“Llega la hora del Parlamento, de la palabra y de la razón para mejor servicio de los españoles”. La reflexión del Rey Felipe VI en la apertura de la nueva legislatura de la Cortes españolas, resume no solo lo que es deseable para el curso político que se inicia, sino que recoge el sentido del voto mayoritario de los españoles en las últimas elecciones. Eso es precisamente lo que los votantes pidieron: un Gobierno y un Parlamento dialogante y con sentido común. No está de mas recordarlo ahora cuando se abre una dura etapa en el Congreso y el Senado con el horizonte electoral en Cataluña y País Vasco, y la presencia inquietante de la ultraderecha intentando recortar libertades.

Meritxell Batet, presidenta del Congreso, había planteado conceptos similares. “En el Parlamento no existe el enemigo”, afirmó en su bienvenida a Felipe VI, llamando a la tolerancia y al respeto a la diversidad. Entre los partidos, la toma de posiciones ha sido clara:  JxCat, ERC, Bildu, Cup y BNG decidieron expresar su rechazo a la Corona ausentándose del hemiciclo y leyendo un manifiesto para proclamar que “la Monarquía española y su máximo exponente, el Rey, no nos representa”.

Subrayaron el carácter de herencia del franquismo que detenta en su opinión Felipe VI, como principal elemento por el que mostraban su oposición. En cifras, esos partidos representan a dos millones de personas sobre un censo de 35 millones de votantes. Fue sensato no obstante que expresaran su disgusto de una manera serena, sin gritos desde los escaños, ni manifestaciones en la puerta.

A su vez, Unidas Podemos dividió su actuación. Los ministros aplaudieron al Rey desde el banco azul. El resto de los diputados de la formación morada no lo hicieron, actitud que compartieron representantes de otros partidos que no comulgan con la institución monárquica. Eso sí, todos se pusieron en pie durante la larga ovación final del conjunto de diputados y senadores allí presentes.

Qué diferente la actitud de hoy de los de Pablo Iglesias con la que exhibieron en 2016, cuando no solo no se sumaron a los aplausos, sino que se negaron a formar parte del besamanos oficial alegando en palabras del hoy vicepresidente del Gobierno: “No creo que se sienta ofendido y si se siente ofendido, pues bueno, nosotros no estamos aquí ni por ser hijos de nadie, ni por tener sangre azul... Con todo el respeto, nosotros tenemos mucha más legitimidad porque a nosotros nos vota la gente”, eso dijo entonces Iglesias.

El Rey planteó la necesaria diversidad de ideas y opiniones con la Constitución como lugar de encuentro, refiriendo los diferentes modos de entender este país. Y concluyó: “España no puede ser de unos contra otros”. Veremos si le atienden, y no solo los republicanos. Se puede ser crítico con la Monarquía, pero no es tiempo de cambios, sino de defender lo que tanto costó conseguir, ante el peligro de la ultraderecha que, aupada por un supuesto centro, miraba al soberano con cierto aire de posesión. Y eso sí que debería preocupar a Felipe VI.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com

@enricsopena