Todo, imagino, porque como 'se le escapó' ayer a Maria Dolores de Cospedal, y ya les contamos en ELPLURAL.COM, el Gobierno y el partido que le soporta, el PP, considera que el movimiento de descontentos, 'Ocupa el Congreso', son como Tejero y sus guardias.

El Congreso es un fuerte rodeado de 'peligrosos ciudadanos'
Era poco después de las 10 de la mañana. Llegaba de un desayuno de trabajo a la oficina. El autobús me dejó en las cercanías de la desembocadura de la calle Alcalá con la Calle Sevilla. La sede de ELPLURAL.COM, donde escribo esto, se encuentra apenas a 300 metros, en la calle Santa Catalina. Tomo el camino más corto. Me interno por la calle de Cedaceros buscando la Carrera de San Jerónimo.

Son unos 1.500 los policías, algunos de fuera de Madrid, que van a proteger el 'fortificado' Congreso. Foto EFE



Cuando llego, dos minutos después, al cruce de estas calles me encuentro con todos los accesos cortados, y tres puntos de control de la policía. Como por razones profesionales he tenido que viajar bastante a Palestina, me recuerda ligeramente los controles israelíes en el acceso a las ciudades y los pueblos de aquella tierra.

Policías antidisturbios, traídos de otras zonas
En el primer control, el más cercano, le digo a un policía que tengo que llegar a mi oficina; le doy le dirección. Me dedica la primera mirada como si yo fuera sospechoso de ser uno de los guardia civiles de Tejero. Mi apariencia: soy un cincuentón que viste mocasines azules, pantalón vaquero, camisa blanca y una chaqueta azul. No debe ser suficiente para él.

Mira a su lado: "que dice que su oficina está ahí". Un policía cercano a dos metros y con fuerte acento gallego -¿le han traído de allí para evitar esta 'toma del Congreso que es como la del 23F'?- me mira perplejo. Y decide pasar el problema. Me envía a otro control, cinco o seis metros más allá. En el siguiente puesto, en medio de la calzada, escena similar. Me envían entonces al tercer 'puesto de control', donde delante de mí se acumulan un trío de turistas -tres mujeres jóvenes que hablan en inglés- y dos hombres.

'Turistas sospechosas'
Para los turistas que vienen de la zona de Puerta del Sol y alrededores, el camino por el que sus guías les recomiendan bajar hacia el Prado es la Carrera de San Jerónimo. No sólo pueden ver el Congreso, además la vista del Museo y la Iglesia de San Jerónimo al otro lado de la Castellana es recomendable. Las turistas no pasan. Son jóvenes, y el policía, simpático y sonriente, les dice que se vayan a la calle Alcalá, y que por allí bajen hasta Cibeles. Es cierto, como digo, que son jóvenes, pero es evidente que son turistas, es incontestables que son las 10 de la mañana -faltan horas y horas para que por la tarde se produzca la concentración a la que han llamado los impulsores de 'Ocupa el Congreso', pero la puerta se cierra. Despistadas, las turistas se alejan consultando su mapa mientras intentan localizar la nueva ruta hacia su destino.

Control de los 'sospechosos ciudadanos'en el acceso a la Carrera de San Jerónimo. Foto EFE



El primero de los hombres que me precede lleva una cartera y va vestido de oficinista, de manera convencional, chaqueta y corbata incluída. Tiene desde luego más de 40 años. Si se ha disfrazado para 'tomar el Congreso' el tipo es realmente un hacha: jamás lo diría uno. El hombre se explica. No escucho qué dice, pero los policías se consultan. El hombre pasa, pero entonces, para mi sorpresa, veo que a su lado echa a caminar un policía ¿A dónde se lo llevan?, me pregunto.

Coartada inútil
Le toca el turno al que está delante de mí. Cuenta que tiene el coche en el parking que se encuentra en la zona final de la Carrera de San Jerónimo. Este es más joven, debe tener treinta y tantos años, y encima no lleva ni siquiera chaqueta. Pero saca un papel de un bolsillo: es el ticket del parking. Otro hacha del disfraz, como el anterior, pienso. No sólo viene con tiempo -unas siete u ocho horas antes de la previsible para la concentración-, además el tipo se ha montado un pedazo de coartada. Pues no cuela. Le envían a seguir el camino de las turistas. El recorrido, que Carrera de San Jerónimo abajo sería como de tres o cuatro minutos, va a cuadruplicarse. El hombre vuelve a exhibir su 'prueba'. Pero los policías han debido recibir la orden clara: "todos los ciudadanos que se muevan entorno al Congreso, son sospechosos habituales". Así es que tiene que irse, con su coartada, al otro lado de la calle por el camino largo.

Me toca. Me explico. "Tengo que ir a mi oficina, que está en la Calle Santa Catalina". El policía vuelve a 'chequear' mi apariencia con una mirada "¿Dónde?". Tampoco debe estar destinado en Madrid. Así es que entro en detalles. "La primera a la derecha", le digo, "ahí está mi oficina. Y tengo que ir allí". Mira a otro policía que está a su lado: "¿Le acompañas tú?". El otro acepta.

Escoltado, por 'sospechoso habitual'
Y entonces entiendo, el primero no iba detenido por sospechoso, es que cada ciudadano que pase por aquí debe ser escoltado. "¿Me va a escoltar? -le pregunto, es verdad que irritado, a mi escolta- ¿Y cada vez que tenga que salir y entrar me escoltará uno de ustedes?". El hombre encoge los hombros y asiente con la cabeza. Echo a andar, a buen paso, rumiando mi cabreo. Oigo los pasos de quien me escolta, a un par de pasos de mí. Dos o tres minutos después llego a la puerta de mi oficina. Cuando abro la puerta me giro. El policía, a cuatro o cinco metros, me observa. "Pues nada, buenos días, le digo", y me meto en el edificio, convencido de que soy un 'golpista sospechoso'. Al menos para el PP y su Gobierno, soy un 'sospechoso habitual'. Y es que soy un ciudadano.

Francisco Medina es director adjunto de ELPLURAL.COM