Entrados de lleno en la segunda mitad de la legislatura y con visos a que, por fin, caducará en su estipulado cuarto año, Pablo Casado ha cambiado a su equipo de ideólogos habitual. La Convención ha sido la excusa perfecta para implementar una nueva etapa ante el  aún horizonte electoral y con la guerra de guerrillas que libra con Isabel Díaz Ayuso. Aprovechando la coyuntura, el líder del Partido Popular ha otorgado más peso al que en Génova denominan como su “hombre fuerte”, Enrique López, secretario de Justicia del PP y consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid. Es decir, número dos de la jefa del Ejecutivo regional.

En enero de 2020, Pablo Casado ascendía al “juez más politizado de España”. Tras ser designado como consejero de Ayuso (en aquella época responsable de Justicia, Interior y Víctimas), el líder del Partido Popular decide otorgarle la Secretaría de Justicia, siendo el encargado de lidiar con el PSOE en las sempiternas estancadas conversaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Más de un año después, López ha continuado con su ascenso de la mano de Pablo Casado, quien le ha situado entre su renovado think tank interno, con la tarea de engalanar el mensaje del partido y, por ende, del líder como alternativa real a Pedro Sánchez, según revela La Razón. Junto al consejero de Ayuso, el nuevo equipo de fontaneros del jefe de la oposición lo conforman José Abad (ex del Fondo Monetario Internacional y consejero de Red Eléctrica), Juan Costa (ex presidente mundial de EY), Edurne Uriarte (catedrática de Ciencias Políticas) y José María Fidalgo (ex secretario general de CC.OO).

López ha trabajado en la renovación del mensaje para vestir el nuevo “contrato social” que el Partido Popular implementará a lo largo de esta semana con motivo de la Convención Nacional “itinerante” que tendrá su clausura en la Plaza de Toros de Valencia.

Guerra con Sol

Artesano del nuevo argumentario para moldear las aspiraciones del PP a Moncloa y escudero de Pablo Casado en el conflicto interno con Isabel Díaz Ayuso. López eligió bando en la guerra civil y no fue precisamente en quien le depositó su confianza como segundo de a bordo de la Comunidad de Madrid.

El Partido Popular centra su foco en esta semana, fundamental en el devenir de la formación en este reinicio de curso y en la resignificación como fuerza amplificadora en el espectro centro-derecha. Pero el conflicto permanece latente tras una semana de respiro en las tensiones perennes entre Génova y Sol.

El anuncio de Ayuso ante un grupo de periodistas disparó las alarmas en las cúspide del aparato. La presidenta regional desveló sus intenciones para hacerse con el control del PP de Madrid, iniciando una campaña en la que se reclamaba celeridad a Génova para celebrar el cónclave en la región y acabar con los tres años de regencia de Pío García-Escudero.

Las fichas se fueron posicionando en el tablero, destapándose la alineación de un cúmulo de responsables entre quienes defienden la organización del Congreso regional con efecto inmediato y quienes llaman a la prudencia y a no perder la perspectiva de la acción nacional del partido.

Fiel a Génova

Incluso en el gabinete de Ayuso entendieron que la partida estaba en marcha y hasta un total de cuatro miembros – por el momento – han tomado partido en contra de las aspiraciones de su jefa. El precursor no fue otro que Enrique López.

En las páginas de La Razón, el consejero de Presidencia reveló sus intenciones y se alineó con el mensaje orgánico: “Estamos centrados en la gestión del Gobierno y el partido en la convención que presentará a Casado como alternativa”. El número dos de Ayuso fue tajante y a éste le siguieron el responsable de Transportes, David Pérez, el titular de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, y el consejero de Políticas Sociales y Familia, Carlos Izquierdo.