Leire Díez ha roto su silencio en medio de una tormenta política y mediática que la sitúa en el centro de una delicada controversia. Tras la difusión de varios audios en los que se la escucha tratar de recabar información sensible sobre mandos de la Guardia Civil y al menos un fiscal, la exmilitante del PSOE ha ofrecido su propia versión de los hechos: todo formaba parte de una investigación periodística. Una afirmación que ha generado escepticismo en buena parte del espectro político y periodístico, y que ha obligado a la propia Díez a comparecer públicamente para defenderse.
La periodista —como ella misma se define— ha asegurado que su trabajo no responde a ningún encargo del PSOE, partido al que ya ha solicitado la baja como afiliada. “Deseo dejar claro que mi trabajo es mi trabajo, y en ningún caso lo he llevado a cabo en nombre de nadie ni en representación de nadie. Y lo voy a repetir las veces que haga falta: de nadie, ni en representación de nadie”, afirmó ante los medios. “Ni soy empleada pública ni tengo ningún cargo en el PSOE”, añadió, subrayando que tampoco es “ni fontanera ni cobarde”.
La comparecencia fue tan singular como el caso que protagoniza: Leire Díez llegó más de media hora antes de la hora convocada, posó en silencio ante los micrófonos y no comenzó a hablar hasta las 10:00 en punto. Con voz firme, reiteró que su labor forma parte de un proyecto editorial sobre las cloacas del Estado, y que lleva años investigando el sector de hidrocarburos en el marco de ese trabajo. Reivindicó su derecho constitucional a informar y aseguró que los audios han sido manipulados y descontextualizados.
La polémica se agravó con la inesperada irrupción del empresario Víctor de Aldama, implicado en el caso Koldo, quien la acusó de mentir y de montar “una pantomima”. Por su parte, el Partido Popular ha presentado una denuncia contra Díez y otros implicados por posibles delitos de cohecho, tráfico de influencias y organización criminal, entre otros.
Más allá del ruido político, lo que está en juego es el límite entre la militancia, el periodismo de investigación y el uso de tácticas poco ortodoxas para obtener información. ¿Es creíble la versión de Leire Díez? ¿Basta con la apelación al periodismo para justificar gestiones delicadas ante miembros de las fuerzas de seguridad?
