El pensamiento único está en el ADN de la derecha española y por eso esta confunde permanentemente diálogo con genuflexión, y negociación con entrega. Ellos son más de humillar e imponer. Por eso, asistimos a una nueva pataleta por el reciente viaje del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero a Venezuela.

Mire usted, es muy fácil reunirse con los aliados y evitar al adversario. Lo difícil es reunirse con unos y con otros para mediar en un conflicto. Y cuando alguien lo hace, pues a por él, sobre todo si se trata de Zapatero. Por eso, el periódico ABC, imposibilitado de negar la evidencia, la minimiza: “El expresidente medió en un foro de chavistas y un sector opositor muy minoritario”. ¿Muy minoritario? El autoproclamado presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, aquel protagonista de tantas portadas del ABC, es el líder de un partido que tiene 16 diputados de 167 en la Asamblea Nacional, 0 (cero) gobernadores de 23 y 0 (cero) alcaldes de 335. Pero resulta que es Zapatero el que se reúne con un sector opositor minoritario.

Lo paradójico es que quienes llaman a no reunirse con una de las partes, acusan a Zapatero de sectario. Zapatero, aquel que en su momento logró la liberación de presos de la oposición y hasta se ganó el agradecimiento de Lilian Tintori, mujer de Leopoldo López.

Algo parecido sucede cuando el tema es Cataluña. Todo lo que se mueva un milímetro de lo que quiere la derecha nacional es claudicación. Así, Isabel San Sebastián, hablando sobre este apartado, se pregunta cómo será recordado el presidente Pedro Sánchez, si como “el villano, el cobarde, el traidor o el liquidador”. Como si la aplicación pura y dura de la ley, sin tener en cuenta que hay un conflicto político, hiciera desaparecer a millones de independentistas. La realidad es que la intransigencia, cuando no ataque, desde la derecha, ha supuesto la subida exponencial del número de independentistas. El diálogo no es solo necesario, es imprescindible.

Nadie sabe a estas alturas en qué consiste el ‘diálogo’ que no se cansa de predicar nuestro presidente”, se puede leer en el artículo. No extraña que quienes hacen de la imposición su profesión de fe desconozcan el significado de la palabra diálogo y la utilicen una y otra vez de forma torticera. Según la RAE, la palabra diálogo significa: Discusión o trato en busca de avenencia. No es muy difícil de entender, salvo que lo que se busque sea el sometimiento, que solo lograría una reacción igual en sentido contrario.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com