La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, ha celebrado la Constitución con un discurso integrador, alejado de los reproches que se sucedían en el patio aledaño al salón de plenos, vertebrador y construido en base a los ejes de defensa del articulado de la Carta Magna que el Gobierno hace suyos en cada una de sus intervenciones. Una Constitución viva, flexible, que se debe hacer guardar en su totalidad, sin apoderamientos partidistas ni concreciones programáticas.

“Hoy, amigos y amigas, nuestra Constitución cumple 45 años. Podremos debatirla, podremos intentar mejorarla, podremos adaptarla a los tiempos cuando el tiempo pase, pero siempre querremos celebrarla. Que una Constitución cumpla años es motivo de salud democrática y motivo, sin duda, de fiesta”, ha arrancado Armengol.

Posteriormente, y recordando el contexto que precedía al texto y el acuerdo constitucional, ha reivindicado la Carta Magna y su construcción como un texto emanado de la supervivencia frente al miedo, del deseo de esperanza frente al aislamiento, de la luz frente a la oscuridad. “Cambiar, progresar y levantarnos como una sociedad abierta y libre era posible, por fin, y quedaría constituido por ley. En estos 45 años, la ciudadanía no solo ha mantenido la llama de la Constitución prendida, sino que ha propagado su luz para avanzar con fuerza hacia un futuro de oportunidades y progreso”.

No obstante, la presidenta del Congreso no ha querido dejar pasar la oportunidad de reconocer que en estos 45 años ha habido cambios profundos. Cambios que, sin embargo, nos han hecho más fuertes, según el análisis realizado por la propia Armengol. “Somos uno de los estados más avanzados en políticas sociales y de igualdad. Una referencia en la implantación de energías renovables o en la protección de patrimonio natural. Somos una potencia económica, que crea empleo y que sube los salarios más bajos. Somos un Estado descentralizado, en el que las políticas sanitarias, educativas o sociales, las que más afectan a la ciudadanía, se deciden desde la proximidad”, ha añadido, haciendo, además, mención a retos superados, como el terrorismo de ETA, y retos del futuro, como la guerra de Ucrania o el conflicto en Oriente Próximo.

Acabados los prolegómenos, y sin mención expresa a ningún partido, Armengol ha querido reivindicar la concordia como forma de hacer política y nación en una clara alusión a las derechas. “Ser constitucionalista no consiste en levantar la Carta Magna como si de un tótem se tratara, sino en asumir que podemos llegar a acuerdos para cumplirla y desarrollarla. Es alzar el estandarte del diálogo ante los desafíos que afrontamos cada día y la propia Constitución nos plantea”.

Diálogo solicitado para, entre otras cosas, seguir avanzando en la defensa de buena parte de los derechos sociales contemplados en la Carta Magna: desde la vivienda, reivindicada en el discurso, hasta el reparto equitativo de la riqueza para el bien común, el respeto al planeta o la lucha contra la violencia de género.

“Toda esta tarea tenemos por delante, y la tenemos, en realidad, desde hace 45 años. Convertir un país en otro más moderno, más libre, más próspero y más justo no es empresa fácil, pero llevamos todo este tiempo consiguiéndolo”, ha celebrado.

Ambiente convulso

El discurso de Francina Armengol ha tenido lugar a las 12.00 horas de la mañana, tal y como estaba agendado, hora y media más tarde del solemne izado de la bandera en la Plaza de la Marina y tras recibir, junto a Pedro Rollán, presidente del Senado, a las autoridades que iban llegando al Congreso de los Diputados en un día no exento de polémica.

Celebrar la Constitución reprochándosela al de enfrente. Esa ha sido la tónica general de las comparecencias frente a los micros dispuestos de forma especial en el patio del Congreso, repleto de periodistas y señorías que intercambiaban impresiones. Un día para celebrar la unidad que, no obstante, ha estado marcado por el desacuerdo: por el de PP y PSOE, que no han cesado en sus críticas por el trabajo realizado por su adversario; por Vox, que ha sacudido a una y otra parte tras oficializar su ruptura el pasado lunes con Génova 13; con Sumar y Podemos, ahora distanciados después de que los liderados por Ione Belarra anunciasen este mismo martes que abandonaban el grupo parlamentario y se integraban dentro del grupo mixto.

El picante estaba servido y todos, pese a mantener las formas del protocolo exigible a esta conmemoración de la Carta Magna, han dejado entrever sus ases argumentales: “Ha sido una decisión difícil pero imprescindible para cumplir con el mandato que nos piden nuestros votantes. Podemos debe seguir siendo un partido útil. Hubiésemos preferido no tener que tomar esta decisión. Es un momento extraordinariamente difícil para nuestra formación”, ha revelado Ione Belarra, ex ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, que, pese a las adversidades del momento, ha asegurado que los morados gozan de “esperanzas renovadas”. “Tenemos muchos defectos pero siempre vamos con la verdad por delante”.

Varias intervenciones después, tras una especie de debate improvisado y en clave andaluza mantenido por Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de la Junta, y Juan Espadas, líder de la oposición de San Telmo, llegaba el turno de Yolanda Díaz, líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno. Además de las palabras, en este tipo de actos importan las formas. La también ministra de Trabajo aparecía acompañada de los otros cuatro ministros de Sumar: Ernest Urtasun, Mónica García, Pablo Bustinduy y Sira Rego. Una demostración de fuerza y unidad con la que capear los problemas sobrevenidos por la ruptura en el grupo parlamentario.

“Quiero mandar un mensaje de serenidad y tranquilidad”, ha repetido en varias ocasiones, pidiendo “altura de miras” para no confundirse de adversarios. “Siempre hablamos de política útil frente a la política destructiva de PP y Vox. Pedimos altura de miras. Nadie que defienda el bien se va a confundir de adversario… los ciudadanos no comprenden que se puedan poner en jaque políticas importantes por intereses partidistas. Esto genera desafección”, ha indicado Díaz.

Alejados de los problemas de la izquierda alternativa y de coalición, protagonista en esta cita por la imperiosa actualidad, también han desfilado por los micros varios barones territoriales del PP. Todos en la misma línea, han señalado a Sánchez por relegar el mandato a los intereses de los nacionalismos que buscan romper la Constitución y le han implorado un cambio de rumbo: “Nos despierta curiosidad saber cuál será el papel de Sánchez en este día, ya que su aliado, el señor Puigdemont, no quiere la Constitución”, ha indicado Moreno Bonilla. “Sánchez hace de las instituciones un juego de cartas”, ha señalado Mañueco. “El PSOE viene aquí a defender una Constitución que pisotea diariamente”, ha sentenciado, por su parte, Pepa Millán, portavoz de Vox en el Congreso.