La escalada de violencia en Oriente Medio, a raíz especialmente del ataque terrorista de Hamás y la brusca contraofensiva militar de Israel sobre la Franja de Gaza, abrió un nuevo capítulo de disonancia en la coalición, aún en funciones. Tras una legislatura en la que los trapos sucios se lavaban con luz y taquígrafos, PSOE y Sumar cimentan las bases para una nueva era de evidente división, pero alejada del histrionismo de la anterior. Fruto de estos aires renovados, nació el comunicado de respuesta que emitió el Ministerio de Asuntos Exteriores contra el escrito publicado por la Embajada de Israel, que condenaba las declaraciones de ciertos miembros del Gobierno sin citar nombres propios. Existe “sintonía”, reconocen desde el entorno de José Manuel Albares, en el fondo de la cuestión sobre Palestina. Con “matices” obvios, pero fácilmente sorteables, al fin y al cabo. Así, el jefe de la diplomacia española y la líder de Sumar, Yolanda Díaz, se telefonearon para poner en común la orientación de la réplica a la embajadora israelí, Rodica Radian-Gordon.

Las dos vertientes del Gobierno exhibieron su sintonía a la hora de replicar al demoledor comunicado israelí de este pasado lunes. Una nota que aludía de manera velada a la ministra de Asuntos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. La embajadora de Israel acusó a “algunos miembros” del Ejecutivo de coalición de posicionarse “con el terrorismo tipo ISIS”, horas después de que la líder de Podemos instara a Pedro Sánchez a llevar a Benjamin Netanyahu ante la Corte Penal Internacional para juzgarle por “crímenes de guerra” tras el bombardeo indiscriminado en Gaza. En este sentido, también hizo mención explícita al “genocidio” de Israel. Declaraciones que provocaron el desencuentro “puntual” entre la Administración española y la legación diplomática.

El escrito de la Embajada de Israel obligó al Gobierno a mover ficha desde el departamento de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. La primera puerta que tocó el ministro Albares fue la de sus socios de Gobierno. El jefe de la diplomacia española descolgó el teléfono para una rápida puesta en común con la líder de Sumar y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Una conversación en la que se puso negro sobre blanco con la finalidad de consensuar la réplica a las fuertes acusaciones de Radian-Gordon, así como para evitar que la sangre llegara al río. Las dos sensibilidades que conforman el Ejecutivo, rompiendo con la tendencia instalada en la pasada legislatura, sofocaron las eventuales llamas que las declaraciones de la ministra morada pudieron provocar.

Movimiento consensuado

El resumen es que la misiva “se pactó”. Desde la facción socialista trasladan que se llamó a sus socios para informarles sobre la reacción que adoptaría el Ejecutivo. Por su parte, según El Confidencial, emisarios del ala de Sumar sugieren que durante esa llamada se estuvo “trabajando” en la redacción del texto. Eso sí, ambas partes coinciden en que la crudeza del comunicado de la legación diplomática israelí allanó el camino. La sensación en el Gobierno es que la embajadora incurrió en una suerte de injerencia en la política española.

Así las cosas, la puesta en común derivó en una nota de respuesta que censuraba las “falsedades” vertidas por la embajadora israelí y advertía al país de que no admitiría en ningún caso “insinuaciones infundadas” sobre los miembros del Gabinete. En el departamento que dirige José Manuel Albares sabían que no podían hacer oídos sordos al comunicado de Israel porque daría pie a otras intromisiones extranjeras en la acción política de España. También contuvieron cualquier tipo de reproche a la parte morada del Ejecutivo, al contrario que en otras ocasiones. El jefe de la diplomacia española se limitó a propinar un leve tirón de orejas a Belarra en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, asegurando que cada ministerio tiene su radio de acción. Además, de subrayar que las decisiones en lo relativo a la política exterior sólo tenían “dos voces autorizadas”.

Una suerte de desautorización pública que no fue a mayores. De hecho, el propio Albares dio por zanjada la polémica con Belarra y también con la Embajada de Israel en España. En lo relativo a la líder de Podemos, desde el ala socialista recuerdan que “el ministro del ramo es el que marca la pauta” en su campo. Ni más ni menos. No obstante, estas mismas voces agregaron inmediatamente que todos los ministros se sienten “muy cómodos” con la posición conjunta.

Relación fluida pese a todo

El relato del Gobierno en cuanto a la disparidad ideológica no varía. “Somos dos partidos distintos. Si ya pasa en gobiernos monocolor, mucho más en uno de coalición”. En estos términos se refirió este pasado martes José Manuel Albares en rueda de prensa, dando por cerrado el conato de crisis interna, resuelta por otro lado con métodos distintos a los ya conocidos. La cuestión en este asunto concreto es que existe cierta “sintonía” entre las partes en el fondo del problema, aunque con matices obvios y palpables. Ello permite que el contacto sea fluido entre PSOE y Sumar en estos días, pero no quita que exista cierta incomodidad, especialmente en el ala socialista, con salidas como la de Belarra, aunque “más por la forma que por el fondo”.

En cualquier caso, las dos sensibilidades del Ejecutivo dan por liquidado el incidente. También en lo relativo a las relaciones con Israel. Albares, además de la nota difundida, mantuvo una conversación personal con la embajadora israelí vía telefónica para transmitirla su “profundo disgusto” por un comunicado que interpretó como un “gesto inamistoso”.