Ana Pastor será la presidenta del Congreso y la posibilidad de colocar a un progresista en la tercera institución del Estado se esfuma. Tras el anuncio de que Ana Pastor será la candidata del PP -y de que Ciudadanos apoyará la opción de los conservadores- las negociaciones entre PSOE y Podemos se volvieron frenéticas para que al menos uno de sus candidatos -Patxi López por el PSOE y Xavier Doménech por Podemos- fuese el que se alzase con el sillón presidencial de la Cámara Baja. 

Desde la formación de Pablo Iglesias aseguraban a este periódico que seguían insistiendo en su oferta de pacto. El acuerdo consistiría en que ambas formaciones presentarían a sus respectivos candidatos en la primera votación, cuando se precisa una mayoría absoluta. 

En la segunda votación, en la que ya sólo se requiere una mayoría simple (más síes que noes), el candidato progresista con más votos sería apoyado por el partido cuya apuesta hubiese quedado en tercera posición. Esto es, se afrontaría la votación como una segunda vuelta, se retiraría al candidato y Podemos daría sus votos a Patxi López si Doménech no le hubiese superado, o viceversa. 

Pese a que el reparto de fuerzas favorece, en principio, al PSOE, ya que tiene 85 diputados frente a los 71 de Unidos Podemos, el resultado final quedaría en mano de otras formaciones, principalmente nacionalistas. Así, un hipotético apoyo a Doménech de ERC (9), CDC (8), PNV (5) y Bildu (2), sumaría 95 diputados. Diez votos de margen que haría incluso inneesario el apoyo de esas cuatro fuerzas.

Esto suponía una apuesta arriesgada para el PSOE, que se enfrentaba, de nuevo, a un regalo envenenado de Pablo Iglesias. Y por partida triple, porque además de jugarse la Presidencia del Congreso sin saber a qué pactos con los nacionalistas podría haber llegado Podemos, aceptar este acuerdo recíproco volvería a agitar el avispero socialista y mostraría la división entre quienes defienden un acercamiento a los morados y quienes no quieren pactar con Podemos ni en pintura, como es el caso de varios barones regionales.

Y, en tercer lugar, aceptar dicho acuerdo implicaría trasladar la sensación de que se puede crear un bloque de izquierdas para formar gobierno, al igual que se entiende, del pacto PP y Ciudadanos para repartirse los puestos en la mesa, que habrá apoyo naranja (por activa o por pasiva) para que gobierne Mariano Rajoy. Eso no sólo despertaría las luchas internas en el PSOE, sino que provocaría frustración entre sus votantes a la hora de explicar que el pacto no es trasladable a la Presidencia del Gobierno.

Por todo ello, el PSOE ha rechazado la oferta de Podemos y fuentes socialistas ya han trasladado que presentarán y apoyarán en las dos votaciones a Patxi López; una iniciativa que definen como “un compromiso de la dirección del PSOE con los diputados”.  Quizás nunca sepamos cuál era la intención de la oferta de Podemos, pero sí se puede deducir que la posibilidad de un gobierno de izquierdas se esfuma y Ana Pastor, amiga íntima de Rajoy y con un pasado nada ligero, se convertirá en la segunda mujer que se convierte en presidenta del Congreso (tras Luisa Fernanda Rudi, en la segunda legislatura de José María Aznar).