Ya lo vino a advertir Cristóbal Montoro el pasado día 4 de este mes, justo después del debate sobre el Estado de la Nación. Entonces, el portavoz económico del PP, acompañado de Álvaro Nadal, secretario de Economía y Empleo de su partido, aseguró que es falso que la construcción sea “los pies de barro” de nuestro crecimiento. Aún más, los dirigentes populares vinieron a quejarse de que nunca se aplicara plenamente la ley de liberalización del suelo de 1998.

El PP vuelve a hablar de liberalizar el suelo y desgravar por la compra de vivienda
Argumentos que sirvieron de base para dar suelo, nunca más apropiadamente dicho, a dos propuestas que el PP está proponiendo incluir en el programa electoral que prepara: la recuperación de aquella ley de 1998 que quería considerar urbanizable todo el suelo no protegido, y la desgravación por la compra de la vivienda. Decían Montoro y Nadal que en 2004 la demanda de viviendas era mayor que el stock inmobiliario y que “el crédito estaba saneado”, de lo que dedujeron que la burbuja inmobiliaria se desató por culpa de Zapatero y sus decisiones.

Más allá de que Zapatero no ha sido presidente de los Gobiernos de Irlanda, Portugal, Grecia o Estados Unidos, con lo cual resultaría difícil culparle del estallido inmobiliario en estos países, lo cierto es que en octubre de 2002, con José María Aznar de presidente, ya Jaime Caruana, Gobernador del Banco de España, y ahora consejero económico de confianza de Rajoy, advirtió al Gobierno del “excesivo endeudamientos de las familias españolas por la compra de vivienda”. Es decir, ya entonces –dos años antes de la llegada del PSOE al gobierno- se veían los primeros síntomas claros de burbuja.

La liberalización que quiere recuperar el PP volvería a traer especulación del suelo
La ley del suelo de 1998 declarando urbanizable todo el suelo, que ahora quiere recuperar, teóricamente iba a provocar una caída de los precios. Lo cierto sin embargo es que la liberalización significó un aumento del 118% de la construcción de viviendas libres, al tiempo que trajo una contracción del 33% de las viviendas protegidas; solo en 2003, último año del gobierno Aznar, se inició la construcción de 622.000 viviendas, más que las que se estaban construyendo en Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido juntos, y que el precio de la vivienda a partir de 1998 lejos de reducirse creció un 10% anual, ya que la desgravación y la facilidad del crédito convirtieron la casa en el principal objeto especulativo, de lo que se aprovecharon los constructores. El resultado fue que en los años de gobierno del PP, con su afán liberalizador, el resultado no fue otro que el crecimiento del 100% del precio de la vivienda.

Un modelo que además absorbió todo el esfuerzo económico del país, lo que provocó que en 2003 la inversión en I+D+i en España fuera de tan sólo un 1%, mientras en esos países que construían menos casas, el dinero disponible para investigación y desarrollo fuera el triple. Una situación tan perjudicial para el país que organismos como la Comisión Europea o el FMI aplaudieron cuando el PSOE, por fin, decidió tomar medidas contra la especulación, como, por ejemplo, acabar con la deducción general por la cuenta vivienda.

ZP reconoció como error no haber actuado antes
El crecimiento del parque de viviendas no se detuvo con la llegada del PSOE al poder. De hecho hasta 2007 no comenzó a desacelerarse el proceso. Y el propio Rodríguez Zapatero, en el debate del Estado de la Nación reconoció que uno de sus grandes errores había sido no haber entrado a “pinchar la burbuja inmobiliaria” tan pronto como se hizo cargo del Gobierno.

Pero el anuncio del PP de que va a recuperar las viejas medidas de 1998 aún pueden tener un efecto negativo más. Puesto que ofrece ventajas fiscales futuras, lejos de ayudar a que el mercado inmobiliario deje de caer y pueda iniciar su proceso de normalización, el sector continuará cayendo, ya que lo normal es que los consumidores retrasen cualquier decisión de compra ahora hasta que se clarifiquen las ventajas fiscales que el PP podría ofrecer tras una hipotética victoria electoral.