Cuanto más me acerco a la verdad, más grande me parece la mentira. 

A veces miro hacia atrás y siento nostalgia de cuando creía, de cuando confiaba, de cuando bastaba una propuesta para echarme a caminar.

A medida que he ido conociendo, descubriendo, he tenido la sensación de hallarme cada vez más perdida y, al mismo tiempo, más firme en querer estar en tierra de nadie. 

No sé a estas alturas del camino si merece la pena saber y ser consciente o, por el contrario, ignorar y dejar que la conciencia tenga descanso. Porque reconozco que es agotador pasarse la vida pasando por tamices cada hecho, cada pensamiento, cada acción. 

Ser analítico, ser crítico requiere ser capaz de asumir esos baremos para uno mismo. Y terminan por ser asfixiantes. Nadie está en posesión de la verdad, aunque es recomendable vivir conforme a lo que uno considera que debería ser; para los demás como para uno mismo. 

Por eso, cuando uno juzga ha de tener presente que no sirven las trampas y que ha de exigirse lo que a los demás reprocha. 

Nadie es perfecto. Y cuanto más se aventura uno a experimentar, a vivir, más se arriesga a enfrentarse con sus propias contradicciones. Sin duda es una manera de crecer, de ampliar los paréntesis del entendimiento en lo que, aplicando grandes dosis de empatía a veces pueden caber demasiadas opciones como posibles. También es cierto que cuanto más críticos nos volvemos, más pequeño es el espacio donde colocar las cosas correctas. Se corre el grave riesgo de simplificar demasiado, pues es imposible conocer de manera lo suficientemente precisa como para juzgar al todo por sus partes; por muchos millones de partes que sean. 

En este punto del camino me pregunto si introducirme en la política ha hecho de mi una mejor persona. A juzgar por lo que veo a mi alrededor, lo que todos vemos, creo que no resulta sencillo mantener criterios éticos en un mundo en el que se han ido perdiendo. No sé si es cierto que en tiempos pasados se tenían más principios y los valores más presentes. Porque ninguno de los que apelamos a héroes pretéritos  tenemos la más remota idea de lo que en realidad fueron. Sabemos lo que nos han contado. Sabemos lo que la historia ha querido que quedase de aquello. Pero yo, francamente cada vez tengo más dudas.

Los héroes están en el papel. En el pasado. Los héroes del presente tienen fecha de caducidad demasiado efímera y están pendiendo de un hilo. No en vano dice el refrán que el tiempo pone todo en su lugar; pero creo que en el tiempo que transcurre influyen demasiado los vencedores y los vencidos, y dependiendo de quién pueda contar la historia, serán ángeles o demonios.

Los acontecimientos recientes constatan lo que algunos veníamos denunciando. Que la falta de ética, de principios, de valores, hacen de la vida política un ambiente irrespirable. No estábamos locos los que sintiéndonos solos escuchábamos miles de voces que reconocían como cierta nuestra verdad. Sin embargo, nunca éramos suficientes. Nada ni nadie conseguían frenar ese ruido de trampas, mentiras y decepciones. Nadie. Ni siquiera los que llegaron nuevos porque venían con ejércitos a descabalgar a las sombras. Porque pasado el tiempo las sombras también les han engullido. 

Qué difícil resulta ahora, cuando de pronto, los héroes pierden el brillo en su mirada y los villanos, en un abrir y cerrar de ojos parecen convertirse en héroes. Me cuesta creer que quien estuvo en el otro lado pueda volver. Hay algo que, en el fondo, me hace pensar que no es posible; que quien ha sembrado vientos y recoge tempestades difícilmente pueda venir ahora a traer la paz cabalgando sobre la ética. Algo no encaja por muy atractivo que parezca. 

Será el tiempo quien vaya mostrando, como siempre, la cara oculta. La prudencia obliga ahora a parar el reloj, detener esta vorágine donde uno ya siente que todo es mentira. Que cuanto más descubre lo cierto, más duda de lo que ve. O paramos o quizás caigamos en el cinismo que todo lo inunda. ¿No siente usted que todo se está precipitando de tal modo que cada vez es más complicado hacerse una idea de lo que realmente está sucediendo?

No creo en héroes. Sí en villanos. Y me cuesta entender cómo éstos pueden pasar a convertirse en aquéllos en tan sólo un par de días.