La política es un teatro de sombras donde, en ocasiones, no es lo que parece sino lo que se proyecta. Durante la celebración del pasado Dos de Mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y María Dolores de Cospedal, ministra de Defensa, estaban separadas por una silla.  Un único asiento que parecía un mundo. No eran más que unos centímetros, pero se proyectaba una distancia insalvable entre ambas reinas. En cuestión de días, las sombras se han modificado y, en la toma de posesión de Ángel Garrido como presidente de la Comunidad de Madrid celebrada este lunes, Cospedal y Santamaría exhibieron buena sintonía, o al menos, pretendían aparentarla sin sillas que las separasen.

La ministra de Defensa y la vicepresidenta se sentaron juntas. En la anterior ocasión, en la celebración del Dos de Mayo, estaban separadas por el asiento de Garrido y cuando este dejó su asiento para subir al atril, la imagen ilustraba a la perfección la guerra que mantienen ambas a nivel interno (y que se niega públicamente). Con la silla de por medio, ambas evitaron mirarse. La fotografía habla por sí sola.

Según se argumentó, la disposición era puramente protocolaria. La institución que organiza el acto, en aquella ocasión la Comunidad de Madrid, debía presidir, por lo que el presidente en funciones, Garrido, ocupó la silla central. A su derecha e izquierda, Saénz de Santamaría y Cospedal respectivamente, las autoridades gubernamentales.

Este lunes, sin embargo, se pudo ver cómo la vicepresidenta y la ministra de Defensa no solo se sentaban juntas, sino que conversaban e, incluso, esbozaron alguna que otra sonrisa.

Famosa es la disputa de poder entre ambas dirigentes, quienes tiempo ha que pujan por ganar más y más peso en el Gobierno de Mariano Rajoy y en el partido. Un poso que sirva de catapulta para la sucesión. El caso Cifuentes,  dimisión incluida, ha supuesto un duro varapalo para Cospedal, puesto que la expresidenta era de sus afines más próximas. De hecho, fue la ministra quien medió entre Cifuentes y la cúpula del PP para gestionar el asunto. El problema llegó a tal calibre que, hasta el ministro de Justicia, Rafael Catalá, también del equipo Cospedal, abandonó a la ministra y se pasó al grupo de los sorayistas. Se habló, tal y como publicó El Plural, de “traición”.

Esta batalla de reinas es tan conocida como acallada a nivel público. Todos lo niegan. El propio Mariano Rajoy calificó de “machistas” los comentarios sobre la batalla del Dos de Mayo porque “si se tratara de dos señores no habría habido tantas portadas”.