De un plumazo, Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la Junta de Castilla-León, ha disuelto las Cortes, convocado elecciones anticipadas y, previamente, se ha quitado de en medio a sus socios de Ciudadanos empezando por el representante de la formación naranja y vicepresidente de la Comunidad, Francisco Igea.

Mañueco utilizó el solvente canal de Twitter y más tarde lo remató con una llamada telefónica. Como los antiguos novios que rompían por carta. Igea, que estaba en un programa de radio se enteró allí mismo y aún le resulta increíble. “Es que esto, quiero decir, tú puedes ser todo, no sé, todo lo malo que quieras, pero tienes que ser un poco valiente, un poco. Oiga, míreme a la cara”, declaró en una entrevista publicada este jueves.

De esa manera tan cutre, el PP volvió a fulminar sus acuerdos con Ciudadanos como ya hizo en Madrid la rival de Pablo Casado, Isabel Díaz Ayuso. Dando muestras de una voracidad política no exenta de gula, los de Casado han cometido la segunda defenestración de sus socios de coalición. ¿Por qué?

En el caso de León, se ha apuntado, que las causas judiciales pendientes por presuntas irregularidades cometidas en esa autonomía, podrían empañar una campaña electoral en unas fechas -las que correspondían- en que ya pudiera haber alguna sentencia en contra. Sin olvidar otros procesos ligados al caso Gürtel que desbaratan la imagen del PP, según las confesiones de numerosos procesados.

Para Inés Arrimadas, presidenta de Ciudadanos, Alfonso Mañueco es ante todo obediente, porque cree que lo ocurrido en Castilla-León no es una campaña autonómica, sino una campaña para el conjunto del país puesta en marcha por el PP. Se suma a ese criterio Francisco Igea, señalando a Miguel Ángel Rodríguez (MAR), el antiguo asesor de José María Aznar y factótum de Isabel Díaz Ayuso, como estratega en la sombra.

Lo cierto es que al PP ahora le sobra Ciudadanos al partido que fundó Albert Rivera al calor de algunos ilustres nombres de FAES de la época. Ciudadanos ha sido un valioso puntal para exhibir a su izquierda, una derecha más blanda. Con su apoyo, ha conseguido ayuntamientos y presidencias autonómicas, pero ahora ya no es necesario o resulta casi inconveniente, con lo cual el partido de la calle Génova devora como Saturno hacía con sus hijos.

Tal vez tenga algo que ver Vox, siempre apuntando a los naranjas que no se oponen a las leyes LGTBi, ni a la lucha contra la violencia de género o ¡madre mía!, creen que el cambio climático es irreal. Los de Abascal se empiezan a plantear dejar su papel de encumbrar altos cargos, y subirse ellos mismos al sillón del poder. Esa es la peligrosa puerta que ha abierto el PP sumido también en conflictos internos. Y ése es el caballo de Troya que monta con muchos riesgos Pablo Casado.