Este domingo se ha consumado el temor anunciado en Ciudadanos. Cinco meses después de lograr los mejores resultados de su historia, cosechando 57 escaños y luchando de tú a tú por el liderazgo de la oposición con el Partido Popular, la derechización argumental de la estructura ha provocado que buena parte de sus antiguos votantes hayan optado por cambiar su apoyo en esta contienda y apostar por otros partidos.

Los de Albert Rivera han malogrado una situación inequívocamente positiva para las aspiraciones naranjas. El viejo mensaje de “ni rojos ni azules” ha degenerado en una aproximación irremediable a la derecha y un abandono sistematizado de las posturas más centristas.

Fuentes internas del partido han avisado en las últimas fechas de la debacle. De cara a la galería se decía creer en la remontada y en un sprint final que, como marcaban todas las encuestas externas e internas, no se ha producido.

Ciudadanos se queda en los 10 escaños, quedando incluso por detrás de ERC (13). A la espera de que Albert Rivera se dirija a sus feligreses, en el partido queda pendiente depurar responsabilidades y señalar a los culpables de una caída tan abrupta en un período tan corto de tiempo.

La formación se coloca a la cola de sus grandes rivales, siendo superado por Vox, principal ganador de la noche, consiguiendo incrementar su número de diputados de los 24 a los 52, y Unidas Podemos, que ha conseguido mantenerse pese a la fracturación de la izquierda, el arreón de Más País y el bloqueo protagonizado para hartazgo común.

Principal perdedor de esta nueva cita electoral, Albert Rivera trató de cambiar de rumbo esta última semana, posicionándose frente a su electorado como el único dirigente capaz de desbloquear la situación y alejar la posibilidad de una nueva repetición electoral. Sin embargo, han sido muchos los que han reprochado la equidistancia mostrada en las negociaciones de este verano, cuando él mismo personificó el ‘no’ más cortante a Pedro Sánchez.

Pese a que muchos compañeros pidieron abiertamente que se retornara al centrismo, al talante dialógico que anteriormente se había presentado como seña de identidad de la formación, Rivera decidió hacer oídos sordos a unos críticos que, previsiblemente, tendrán mucho que decir a partir de esta noche.