"Yo vengo de la sociedad civil. Tengo profesión y la mantendré fuera de la política. Yo nunca he dicho que quiera mantener mi puesto a cualquier precio. Eso es de cobardes, de mediocres". Contundentes declaraciones de un Albert Rivera que ha pasado de presentarse como el líder inmaculado de la nueva política a quemarse con el paso de los años y los continuos bandazos ideológicos que han protagonizado su actual letargo.

La guerra de cuchillos ha comenzado en la formación naranja. Fuentes consultadas por ElPlural.com reconocen que los ánimos están por los suelos y descienden de forma recíproca a la salida de nuevos informes demoscópicos. Incluso algunas encuestas colocan al partido por debajo de la extrema derecha, haciendo crecer a un Partido Popular que, sin confiarse, vuelve a mirar a sus socios de Gobierno como una escisión bisoña y controlada.

Militantes y cargos intermedios reconocen que esta campaña será larga para la plana mayor del oficialismo naranja. Un mes exacto de reválida para Albert Rivera y su pléyade definida y colocada. Si los vaticinios de debacle se consuman, los críticos se alzarán en pie hasta conseguir la bandera blanca de aquellos que los silenciaron tiempo atrás.

Pero el líder de la formación no es el único que tendrá que hacer frente a sus responsabilidades. Si la aritmética es desfavorable y el partido queda relegado al ostracismo ejecutivo, sin capacidad para beneficiarse de los acuerdos de Gobierno, los vientos de guerra irán dirigidos hacia las regiones en las que ha sido la extrema derecha quien ha apuntillado sus aspiraciones.

Manuel Valls lo advirtió, y tras él un sinfín de defenestrados dirigentes. Una unamuniana advertencia que ahora vuelve a levantarse en corrillos internos. De ahí el giro en el discurso de Rivera, ahora dispuesto a ponerse de acuerdo con el PSOE y Pedro Sánchez, convertido en enemigo único semanas atrás.

Los pactos con Vox están puesto sobre el ring de debate. Andalucía, Madrid y Murcia serán sometidos a plebiscito si se consuma el cambio de rumbo y líderes dentro de Alcalá 253. Enclaustrados en el puesto de mando, el presidencialismo busca volver a mover el tablero para posicionarse en una situación ventajosa. Rivera y Arrimadas, piezas principales de su comitiva, en jaque.