Un líder seguro y renovado con una cribada cúpula que alejó a detractores y disidentes para unificar los esfuerzos comunes. Así es como Albert Rivera se presentó a las elecciones del 28 de abril, logrando, a través de un mensaje derechizado con continuos exabruptos a Pedro Sánchez, pasar de 32 diputados a 57 y ampliar posteriormente su poder orgánico a nivel territorial.

En un escenario embarrado por la irrupción de Vox, Rivera dio un giro a su mensaje, pasando de ser el abanderado del carácter dialogante de la Transición al ‘no es no’ al PSOE, prefiriendo, aunque tratando de ocultarlo hasta el momento final, beneficiarse de los votos de la extrema derecha.

Tras una legislatura fallida y la consumación de una debacle anunciada, tanto el mensaje como la seguridad en sí mismo han cambiado: el líder naranja se ha mostrado dispuesto a pactar con el PSOE para desbloquear la situación pese al desdén recíproco mostrado a lo largo de estos meses y, además, los cantos de sirena de los críticos han acabado calando en el dirigente, que ha dejado la puerta abierta a dar un paso atrás si el presagio demoscópico se materializa.

"Yo vengo de la sociedad civil. Tengo profesión y la mantendré fuera de la política. Yo nunca he dicho que quiera mantener mi puesto a cualquier precio. Eso es de cobardes, de mediocres", ha especificado el candidato en una entrevista concedida este miércoles al programa 120 minutos (Telemadrid).

Sobre la portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas, Rivera ha destacado que "lo inteligente es rodearse de gente buena y válida" como ella y que juntos forman un "tándem", sin aclarar si le parecería buena idea que le relevase al frente de la formación naranja.

El motín, preparado

El negacionismo para sentarse con Pedro Sánchez de la cúpula naranja fue muy criticado internamente. Ni de izquierdas ni de derechas era el eslogan escogido tiempo atrás, pero esto ha tornado en un oficialismo férreo y atado con personas como Marcos de Quinto, Inés Arrimadas y Juan Carlos Girauta. Ejecutiva renovada, críticos defenestrados, dimisiones en cadena y, paradójicamente, la figura de Albert Rivera más cuestionada que nunca.

ElPlural.com ha ido informando de la posibilidad de que los silenciados estuvieran preparando un motín contra el mando después de las elecciones. Internamente se muestran desconcertados y desencantados. Aunque avisan: la apuesta personal de Rivera y su pléyade puede hacer que el liderazgo actual se someta a una reválida que creían no tener que aprobar. 

Además de fuentes internas consultadas que prefieren preservar el anonimato, también hay quienes no dudan en anunciar a viva voz que el 10 de noviembre se convertirá en un baremo para medir el rumbo -o la falta de él- emprendido por el “férreo presidencialismo”

“Si el 10 de noviembre Ciudadanos pierde votantes y no consigue superar al Partido Popular, Albert Rivera debe dimitir”, alegó a ElPlural.com Juan Carlos Bermejo, uno de los dirigentes que en su momento denunció pucherazo en las primarias que lo enfrentaron a Ignacio Aguado en la Comunidad de Madrid.

“Esa misma noche, la del 10 de noviembre, si Albert Rivera fracasa, yo mismo me moveré por toda España para recabar un tercio de las firmas de los afiliados para convocar una Asamblea General y nombrar un nuevo Comité Ejecutivo”, sentenció.