La debacle electoral en Ciudadanos sigue cobrándose víctimas. Un vendaval de dimisiones, ceses y comentarios críticos que amenaza con desestabilizar, más si cabe, a una formación herida por su inoperancia. El ‘no es no’ a Pedro Sánchez, llegando a renunciar a mantener conversaciones con él para desbloquear el Gobierno tras las elecciones del 28 de abril, provocó que buena parte de sus votantes se cansase.

La jugada era arriesgada. Incomprensible incluso. Virar a la derecha para superar al PP luchando por su nicho de votantes. Reducir su caladero de voto y, además, quitárselo a su potencial socio entendiendo que el “plan Sánchez” y “su banda” no convencían.

El propio Rivera fue el primero en depurar responsabilidades. Un día después de liderar un proyecto que perdió 47 escaños en apenas cinco meses decidió dar un paso atrás y retirarse de la vida pública: “Las victorias son de todos, pero el líder debe ser el primero en asumir la culpa en las derrotas”.

Tras él han sido muchos los pesos pesados que han decidido abandonar. Un abandono que, pese a presentarse como decisión personal, se enmarca en las presiones de los críticos que está recibiendo la Ejecutiva del sector crítico para que se realice una renovación completa y estructural capaz de plasmar una nueva hoja de ruta capaz de convencer.

Se presenta vital recuperar el centrismo político. El mensaje con el que Ciudadanos creció y se identificó. Un perfil propio en el que se reconocía la marca, construyendo sus aspiraciones alrededor de valores fundacionales que se perdieron por el histrionismo presidencialista. Una especie de locura que se trata de convertir en transitoria subsanando los errores cometidos por alguno de los rostros más reconocibles de la táctica empleada.

La derechización ha provocado un auténtico tsunami de reacciones en Alcalá 253. Una diáspora política aplaudida por los díscolos, que suben orgánicamente mientras perfiles como Juan Carlos Girauta, Fernando de Páramo o Villegas dejan el camino libre.

Ahora son los críticos los que ríen con sorna. Girauta se cachondeaba de las encuestas, hacía oídos sordos a la evidencia y prefería seguir atacando con su habitual estilo que dar marcha atrás a la decadencia. “La política sin Albert Rivera no tiene sentido”, alegó en su despedida-homenaje.

Sin ínfulas de John Lennon guitarra en mano, de Páramo y Villegas también fueron líderes que respaldaron hasta el último segundo los mandatos del otrora presidente de Ciudadanos. Al corte, sendos dirigentes se convirtieron en guardianes de las esencias del riverismo. Ahora, pagan la factura.

Tuit de Juan Carlos Girauta

Inés Arrimadas, candidata… ¿de todos?

Dependerá de ella. La candidata que parte en cabeza en todas las encuestas tiene una reunión pendiente con parte de su militancia. Los críticos, abanderados por Juan Carlos Bermejo, piden a la previsible futura presidenta que adopte decisiones drásticas. Una criba que no deje en pie ni al apuntador.

La política catalana se ha mostrado dispuesta a acoger en el renovado proyecto a todos aquellos “dispuestos a remar”. Un llamamiento a los que se fueron para los nuevos tiempos que vendrán.