Como cada año en estas fechas, entre procesiones, marchas, torrijas y cultura popular, el cine se vuelve una tradición más que acoger como parte de la liturgia de la festividad. Especialmente ciertos clásicos del séptimo arte son los que se repiten una y otra vez, formando casi un género propio, el de "Las películas de Semana Santa".

Por supuesto, la mayoría del catálogo se ambienta en la Época Imperial Romana, centrándose en la vida y obras de Jesucristo, pero ninguna lo hace como La Vida de Brian (1979); y es que ya es casi un ritual. Zapeas en el sofá buceando entre la parrilla durante tu día libre. De repente, te topas con John Cleese intentando organizar al Frente Popular de Judea o a Graham Chapman convenciendo a una multitud de no ser un ente divino. La vuelves a ver entera. Otro año más. 

La obra maestra de los Monty Python no sólo se ha convertido en un clásico atemporal del cine de comedia, sino que se ha ganado un puesto indiscutible en este peculiar subgénero. El grupo de humoristas británicos ganaron miles de adeptos con este filme especialmente durante estas fechas, cuando La Vida de Brian ocupa parte de la programación televisiva nacional. El largometraje es una inteligente sátira sobre la religión y las figuras mesiánicas que sigue a Brian Cohen, un joven nacido el mismo día que Jesús de Nazaret y a quien constantemente le confunden con "El Salvador". El protagonista terminará alistándose de manera accidental en un grupo revolucionario antirromano, el Frente Popular de Judea, dando lugar a una serie de aventuras surrealistas que servirán de crítica a la religión, la organización política y la sociedad de la época.

Crecer bajo la sombra de Jesús

Si por algo la cinta de los Monty Python se ha ganado el rotundo favor del público es por su irreverente e irónico humor, que le ha valido para que, casi 46 años después de su estreno, sus gags cómicos sigan funcionando a la perfección entre espectadores de todo tipo que reconocen el ingenio y la vigencia de esas ácidas críticas. El retorcido espejo por el que se desdobla el homólogo corriente del Mesías es considerada una de las grandes narrativas de la comedia.

Aunque durante esta divertida parodia el grupo humorístico no se burla directamente de figuras cristianas reales, la película fue finalmente etiquetada de "pecaminosa" por diversos grupos religiosos. De hecho, llegó a ser prohibida en varias localidades del Reino Unido y Estados Unidos, así como en países como Irlanda y Noruega.

Crítica al capitalismo en bandeja de plata

La evidente oposición al sistema capitalista se hace presente durante todo el metraje, especialmente en la mítica escena de las lapidaciones públicas. De camino al sádico ritual, Brian y su madre se detienen frente al puesto de un vendedor ambulante para adquirir una piedra "de calidad", en lugar de usar cualquiera de las que hay en el suelo. Al mismo tiempo, las mujeres de Judea, a quienes se les prohíbe asistir a estos actos públicos, burlan esta norma gracias a los comerciantes que les venden barbas postizas. En apenas minuto y medio, la película retrata la humillación pública convertida en espectáculo de masas y la lógica del capital, capaz de lucrarse incluso con la violencia ritual sostenida por un mercado salvaje y desenfrenado.

Algo que también ocurre con el concepto de la censura, como se recrea en el filme en relación con las instituciones religiosas, aquellas que silencian a cualquiera que no siga su dogma. La película pone en evidencia de esta manera cómo estas instituciones defienden con una fiereza ciega sus creencias, tomando como ofensa cualquier crítica, y anulando por tanto el pensamiento crítico.

Un reproche extrapolable a los liderazgos religiosos, de los que se burla de manera constante y que representan la muerte de la capacidad de análisis y autonomía de los fieles acérrimos. Todo ello aliñado con un humor absurdo pero inteligente que vuelve adictivo el metraje. En definitiva, no sirve de nada engañarse, este año volverás a ver La Vida de Brian.

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