Cuando uno pisa el Museo del Louvre, busca obsesivamente el cuadro más famoso de la pinacoteca. No es otro que ‘La Mona Lisa’ de Leonardo Da Vinci. Todo el mundo quiere ver la obra que protagonizó el robo más importante del siglo pasado y sobre el que han corrido ríos de tinta durante años. Hay quien afirma incluso que ‘La gioconda’ es falsa.
El interés por ‘El grito’ de Munch también se disparó, tras su desaparición de la Galeria Nacional de Oslo el 12 de febrero de 1994. Ese día se hizo todavía más famoso y conocido mundialmente, cuando un ladrón que había entrado al museo por una ventana, lo robó tras cortar el cable del que estaba colgado y llevárselo a su casa. Tres meses después fue recuperado, aunque de nuevo lo robaron en 2004. Finalmente fue localizado y vendido en pública subasta, a un precio muy superior al valor de mercado. ‘El grito’ valía infinitamente más por lo que se había escrito de él, que por lo que contenía el lienzo de Munch.
Todo esto no viene sino a confirmar el interés casi enfermizo del ser humano, por todo lo que rodea al mundo de los ‘grandes robos’, bien sean objetos ingentemente valiosos-cuadros, joyas- o suculentos atracos a bancos. Quizás sea porque aunque nunca nos atrevamos a llevarlos a cabo, nos fascina soñar, viendo como otros se han hecho ‘fácilmente’ millonarios, al margen de la ley. Conscientes de este interés, tanto el cine como la televisión han explotado el género hasta la saciedad con sonados éxitos. No hay más que ver lo ocurrido en todo el mundo con ‘La casa de papel’.
La nueva serie francesa ‘Lupin’ disponible en Netflix desde este viernes, está consagrada al robo y al éxito. No podemos olvidar que esta temática le ha dado a la plataforma americana inmensas alegrías, desde que se estrenara ‘La casa de papel’. Su protagonista Assane Diop (Omar Sy) roba museos y todo lo que se le ponga por delante con una pasmosa facilidad, gracias a un ingenio y pico sin igual, embardunado en las mejores mentiras y salpicado por múltiples y variadas caracterizaciones. Todo lo aprendió leyendo a ‘Lupin’, el gran ladrón de guante blanco de la literatura francesa, creado por Maurice Leblanc en 1907. Diop recuerda mucho al otro gran maestro del robo, que tiene en nómina Netflix. No es otro que el famoso profesor (Alvaro Morte) de ‘La casa de papel’. Ambos tienen la habilidad de darle al coco como nadie, para dar esquinazo continuamente a la policía.
La serie arranca con el espectacular robo de un collar, llevado a cabo por Assane Diop en el Museo del Louvre. Se trata de un primer capítulo redondo, frenético, lleno de acción, y bellísimas localizaciones tanto dentro de la pinacoteca, como bajo la famosa pirámide acristalada que la preside. El resto de episodios tampoco defrauda, aunque alguno quizás no esté a la altura de este primero. Detrás de la serie está y se nota, el reconocido showrunner George Kai (responsable de ‘Killing Eve’ o ‘Criminal’). Inspirándose en el famoso personaje literario de Leblanc tan presente en todos los episodios, ha dibujado sin fisuras un camaleónico ladrón de guante blanco del siglo XXI: listo, guapo, inteligente, audaz, ingenioso y tierno.
Al robo en el museo no le falta de nada, y es la perfecta excusa para entrar en el fondo de la serie. Diop quiere vengar la muerte de su padre, un hombre que acabó suicidándose en la cárcel, tras entrar en prisión injustamente. No descansará hasta saber por qué lo hizo. Poco a poco y enfundado en los más variopintos personajes y artimañas, va descubriendo toda la verdad sobre su muerte. Sin embargo precisamente estas habilidades como ladrón y buscavidas, a veces son poco creíbles. Es este el mayor enemigo de una serie, que por lo demás es fantástica. Y es que la capacidad que tiene el protagonista de sortear los más enrevesados entuertos, mientras la policía no consigue alcanzarle, es por momentos del todo inverosímil. Los investigadores franceses no pueden ser más torpes. Recuerdan bastante a esos ineficaces comisarios de ‘La casa de papel’, que no logran desalojar a los encapuchados del Banco de España, ni a tiros.
‘Lupin’ es fresca, distinta, original y divertida. Está llena eso sí, como decimos de constantes ‘marcianadas’, que se perdonan porque engrandecen mucho el resultado final. El ‘intocable’ actor francés Omar Sy está estupendo ( atractivo lo ha sido desde siempre) bajo la piel del seductor, malvado e ingenioso Assane Diop. Le acompañan además grandes del cine francés como Vincent Londez, Shirine Boutella, Nicole García o Antoine Gouy. Resumiendo y para acabar, los cinco primeros episodios aprueban con nota y dejan ganas de más. Y eso en los tiempos que corren, es todo un milagro.
