El Inmortal, una de las grandes apuestas españolas de Movistar Plus+ de este final de año, y compuesta por ocho episodios, se estrena bajo demanda semanal este jueves 27 de octubre en la plataforma de Telefónica. Dirigida magistralmente por David Ulloa y Rafa Montesinos, narra sin embargo poco acertadamente y con más sombras que luces lo ocurrido en el Madrid de los noventa, cuando el tráfico de cocaína y el control de las discotecas de la capital estaba en las manos de “Los Miami”. Esta peligrosa banda sin piedad acaparó cientos de portadas y programas de televisión, por su poco laxa manera de actuar.

La serie intenta mostrar el ascenso y la caída de este reinado delictivo dirigido sin escrúpulos y bajo los métodos más expeditivos por su líder y fundador Juan Carlos Peña (Alex García), un hombre conocido como “El Inmortal” por la cantidad de veces que esquivó la muerte, hasta su detención en 2009. Aunque no son muchos los momentos en que lo consigue.

Quién espere ver un Narcos en medio de la Castellana que no lo busque porque El Inmortal es todo menos eso. Quizás, y debido al empeño de los guionistas por dar a conocer a su protagonista, han dejado por el camino cabos sueltos, tales como la tensión propia del thriller o un mejor empaque para el resto de personajes. Por ejemplo, los malvados que aparecen, más que malvados resultan ridículos.

A pesar de la violencia, sexo y drogas que planean por toda la serie, sin embargo tiene El Inmortal otro lado más luminoso, cuando muestra sin ambages ese Madrid de los 90, cuya resaca de la movida continuaba muy presente en la capital en esos años. Ello gracias sin duda al gran trabajo del equipo de vestuario, caracterización y localización, que se lo ha currado como nunca.

El principal problema de El Inmortal es el guion. Uno tiene la sensación de estar siempre viendo lo mismo: desencuentros y peleas con bandas rivales e idénticas unas a otras, en medio de la aburrida vida personal de sus protagonistas en la que apenas se escarba. Estamos ante un guion repetitivo al que le falta tensión, drama y conflictos personales por un tubo.

A la serie con un reparto algo desconocido, y donde tan solo destaca enormemente Alex García, le sobra metraje por demás. Se podían haber ahorrado cuatro de los ocho episodios y no habría pasado nada. En resumen, quizá a ustedes les entretenga porque no es una serie mala; a mí me ha aburrido soberanamente y mira que la empecé con ganas.