Rosalía responde con contundencia a las críticas del diseñador Miguel Adrover, quien se negó a vestirla por no condenar públicamente la masacre en Gaza. En su mensaje en Instagram, la artista catalana pide enfocar la responsabilidad en quienes tienen verdadero poder de acción, no en la interlocución entre figuras del espectáculo, mientras reafirma su condena ante la violencia y expresa respeto a activistas y ONG.
La polémica explota: un diseñador acusa a Rosalía de complicidad silenciosa
El diseñador Miguel Adrover, reconocido por su activismo social y trayectoria internacional, desató una tormenta mediática al negarse a vestir a Rosalía. Según hizo público, su decisión se basaba en la supuesta falta de posicionamiento de la cantante frente a la ofensiva militar en Gaza. Para él, el silencio de figuras públicas con gran alcance equivale a una forma de complicidad.
En su comunicación, Adrover expresó su admiración por Rosalía como artista, pero también su convicción de que quienes tienen una plataforma masiva deben usarla para denunciar las injusticias. La negativa fue acompañada por capturas de correos en los que explicaba su postura, subrayando que su ética personal no le permitía colaborar con artistas que no se pronuncian con claridad sobre conflictos de esta magnitud.
Designer Miguel Adrover refuses to dress Spanish artist Rosalía over her silence on Palestine:
— Leyla Hamed (@leylahamed) July 29, 2025
"Silence is complicity. With millions listening to her, she also has a responsibility to speak out against this genocide." pic.twitter.com/I0STYITBv5
Rosalía responde
La respuesta de Rosalía llegó poco después, a través de un comunicado publicado en sus redes sociales. En él, la cantante se mostró dolida por la polémica, pero también firme en su posicionamiento. Explicó que su silencio no era sinónimo de indiferencia y que condena profundamente la violencia ejercida sobre la población civil palestina.
Rosalía se pronuncia tras la polémica: "No veo como avergonzarnos los unos a los otros sea la mejor manera de seguir adelante en la lucha por la libertad de Palestina. Creo que el señalamiento debería direccionarse hacia arriba (hacía quienes deciden y tienen poder de acción)…" pic.twitter.com/T56X50Xyjd
— MOTOMAMI TOUR (@MOTOMAMlTOUR) July 30, 2025
La artista argumentó que la presión para pronunciarse públicamente no debería derivar en una caza de brujas entre artistas. En lugar de ello, reclamó que el señalamiento se dirija “hacia arriba”, hacia quienes toman decisiones políticas, controlan presupuestos, cierran fronteras y bombardean territorios. Rosalía recordó que el mundo en el que vivimos es complejo y lleno de contradicciones, y que cada persona lidia con ellas de forma distinta.
En su mensaje también mostró un profundo respeto por quienes están en primera línea del conflicto: activistas, personal sanitario, ONG, voluntarios y periodistas que arriesgan sus vidas para ayudar y visibilizar lo que ocurre.
Gaza en llamas
Mientras tanto, la tragedia humanitaria en Gaza continúa desarrollándose con cifras cada vez más alarmantes. Decenas de miles de personas han perdido la vida, muchas de ellas civiles, en una ofensiva militar sin precedentes. La ayuda humanitaria sigue siendo limitada y las organizaciones internacionales denuncian que no se están cumpliendo los mínimos necesarios para garantizar el acceso a alimentos, medicamentos o atención médica.
Ante esta situación, numerosas voces del mundo de la cultura han comenzado a posicionarse públicamente. Desde boicots a festivales hasta llamamientos colectivos por la paz, la presión sobre los artistas y figuras públicas para “mojarse” se ha intensificado.
Lejos de ser un simple cruce de declaraciones, lo ocurrido entre Rosalía y Miguel Adrover refleja una crisis más profunda sobre el papel del arte y la cultura en tiempos de guerra.
Rosalía ha optado por reivindicar su derecho a pensar, a sentir y a expresarse desde el respeto y el compromiso silencioso. Su respuesta abre un debate necesario: el de cómo ejercer la influencia sin caer en dinámicas de señalamiento que, quizás, terminan haciendo más ruido que justicia.