Santiago Díaz (Madrid, 1971) prefiere cabrear a sus lectores antes que aburrirles así que no dudó en poner punto y final a una de las sagas más prometedoras del género negro en nuestro país, pese a la oposición de la editorial y para lamento de sus numerosos lectores, que se habían hecho adictos a la inspectora Indira Ramos, la extravagante investigadora de Policía obsesionada por la limpieza y el orden, protagonista de 'El buen padre' (2021), 'Las otras niñas' (2022) e 'Indira' (2023). "Soy de la opinión de que los libros y los personajes deben tener la vida justa para que alguien los eche de menos, no para que terminen aburriendo. Yo no quiero que alguien diga: ‘¿Otro de Indira? El quinto ya…’. No", nos cuenta en una entrevista sobre su nueva novela, 'Jotadé' (Alfaguara), un thriller con mucha acción protagonizado por Juan de Dios Cortés, el gitano y policía que incluyó en la última entrega de su famosa trilogía.

Jotadé es un personaje carismático que no termina de encajar en ningún mundo, pero con el que se siente identificado. "La gente que me conoce dicen que es como yo, exacto", confiesa. Es mal hablado, macarrilla y, a pesar de comenter actos moralmente cuestionables, como asesinar, encubrir crímenes, robar y mentir a todo el mundo, cae muy bien a la gente, "porque todo lo que hace es por lealtad hacia sus seres queridos", asegura.

Aunque la voluntad de Santiago Díaz es el entretenimiento, en sus novelas siempre plantea dilemas morales con personajes obligados a tomar decisiones difíciles. "¿Qué harías si la persona que más quieres está a punto de perderlo todo, pero puedes salvarla aprovechando una oportunidad inmoral y deshonesta?"

Santiago Díaz: "La gente me dice que Jotadé es igual que yo"
 

portada jotade santiago diaz

P.- Jotadé aparecía como personaje secundario en la entrega final de 'Indira' ¿Ya tenías pensado darle este desarrollo o lo metiste para probar a ver cómo funcionaba?
R.- Tengo que advertir que voy a hacer un poco spoiler para aquellos que no han terminado Indira. Cuando dije a la editorial que quería matar a Indira casi se caen de la silla, porque funcionaba muy bien y querían seguir explotando el personaje. Pero yo soy de la opinión de que los libros y los personajes deben tener la vida justa para que alguien los eche de menos, no para que terminen aburriendo. Yo no quiero que alguien diga: ‘¿Otro de Indira? El quinto ya…’. No. Quiero que alguien piense en ella dentro de diez años y se siga cabreando conmigo por haberla matado.

Jotadé era un personaje con un potencial tremendo. No solo por ser ‘la oveja negra’ tanto en su comunidad gitana, como en la Policía, también porque está inadaptado, nada entre dos aguas. Y eso me encantaba. Además, su forma de ser, su comicidad —sin ser un personaje cómico— le da mucho potencial. La gente que me conoce y ha leído el libro me dice: ‘¡Es igual que tú!’. Es malhablado, algo macarrilla —no macarrilla de verdad, pero sí con ese acento madrileño—, y eso me hace gracia. Me siento muy identificado con él.

Es verdad que hay racismo hacia los gitanos, pero los ellos también tienen racismo hacia los payos

P.- ¿Te ha costado más construir este personaje por el hecho de ser gitano?

R.- No. Es un mundo que me apasiona por muchos motivos. Tiene unas cosas muy antiguas que ya están intentando corregir muchos de los gitanos jóvenes: ese machismo arraigadísimo y otra serie de cosas. Pero también tiene otras que me encantan, como el respeto por los mayores. Es un mundo muy cerrado. Es verdad que hay racismo hacia los gitanos, pero los ellos también tienen racismo hacia los payos. Los gitanos se relacionan con los gitanos y los payos con los payos, normalmente. Entonces, me atraía muchísimo ese contraste, ese desconocimiento mutuo.

P.- ¿Cómo te has documentado para evitar utilizar los tópicos y cliches que tanto molestan al pueblo gitano?
R.- Hice un proyecto de serie en su día —que nunca salió— sobre el clan de La Paca, un clan gitano que operaba en Mallorca, dedicado al narcotráfico. Era muy violento. Hice un proyecto de serie sobre ellos y me metí de lleno. Me enamoré de ese mundo. Dije: 'Cualquier día voy a escribir algo ambientado ahí'.

P.- ¿Te gusta jugar con el destino de los personajes?
R.- Un compañero, hablando sobre 'Las otras niñas' —mi segunda novela, que trataba un tema complicado, el caso Alcàsser, un tema que a mí me generaba ciertas inseguridades—, me dijo una frase que se me quedó marcada: ‘Los escritores tenemos que andar por caminos poco transitados’. Eso significa que, si hago lo mismo que todo el mundo, no voy a destacar. Tengo que hacer algo diferente, que sorprenda. Quiero que el lector sienta que lo llevo por un sitio inesperado y eso es lo que engancha. Procuro hacerlo siempre así, porque también es lo que a mí, como lector, me divierte.

Me veo como un guionista que ha encontrado su camino

P.- Eres guionista de ficción también, ¿te ha ayudado en tu faceta como escritor?.
R.- Me veo como un guionista que ha encontrado su camino. Haciendo guiones he aprendido todo lo que sé y ese aprendizaje lo he aplicado a las novelas.
Yo siempre he procurado ser fiel a mí mismo. Nunca he intentado escribir como otro. Por ejemplo, he leído a Víctor del Árbol, que escribe de maravilla, pero no sé escribir como él. Cada uno tiene su estilo. 
Me divierte mucho escribir y siempre pienso en qué giro de guion puedo meter para atrapar al lector. Mi máxima es entretener, que la gente se lo pase bien y que la historia siempre avance.

A pesar de comenter actos moralmente cuestionables, como asesinar, encubrir crímenes, robar y mentir a todo el mundo, Jotadé cae bien

P.- En tus novelas también planteas dilemas morales muy potentes…
R.- Sí. Eso también forma parte de mi estilo: interpelar directamente al lector. En cada libro lanzo la pregunta: '¿Tú qué harías en esta situación?' En 'Talión', por ejemplo, planteo el dilema de qué harías si te quedan dos meses de vida y no tienes nada que perder. En 'El buen padre', cómo reaccionarías si encarcelan injustamente a un hijo tuyo y en 'Jotadé', lo mismo, ¿qué harías si la persona que más quieres está a punto de perderlo todo, pero puedes salvarla aprovechando una oportunidad inmoral y deshonesta?

A pesar de comenter actos moralmente cuestionables, como asesinar, encubrir crímenes, robar y mentir a todo el mundo, Jotadé cae bien porque todo lo que hace es por lealtad hacia sus seres queridos, por lealtad a su exmujer y hacia Verónica, su compañera. Eso genera un dilema moral muy potente: '¿Cómo me puede caer bien este tío con todo lo que hace?'

P.- ¿Cómo se convierte un profesor de Educación Físca primero en y luego en escritor?
R.- Toda mi vida ha sido muy difícil de explicar. Era jugador de baloncesto profesional, estudié Magisterio por Educación Física y en mi primer verano sin dinero, me dio por escribir un guion, animado por mi hermano Jorge [Jorge Díaz, autor en solitario y uno de los miembros de Carmen Mola] lo mandé a productoras, y me llamaron. Me ofrecieron el triple que en el colegio. Así que pedí la excedencia. Duré un mes como maestro. Mi primera novela surgió al ver en televisión el caso de Mari Luz Cortés. Y pensé: ¿Cómo es posible que ningún padre se haya presentado en el juzgado con una escopeta? Ese fue el germen de 'Talión'.

P.- ¿Echas de menos la televisión?
R.- No, porque he descubierto la libertad de escribir una novela. En televisión, todos opinan. En un libro, mandas tú. Es maravilloso.

Un poquito de TOC con el orden, sí tengo, pero dentro del caos.

P.- ¿Tienes manías al escribir?
R.- Un poquito de TOC con el orden, sí tengo, pero dentro del caos. Mi mesa está colocada, los mandos de la tele alineados. Donde mejor me concentro es en el despacho, pero puedo escribir en hoteles e incluso en aviones.

P.- ¿Lees en papel o digital?
R.- Me gusta más el papel, pero como viajo mucho también leo mucho en digital.

P.- ¿Qué estás leyendo ahora?
R.- 'Alguien a quien querer', de Miguel Gane. Me está gustando muchísimo. Y el siguiente será 'El albatros negro', de María Oruña. Me encanta ese rollo de aventuras.

P.- ¿Y tus referentes?
R.- El primero, Stephen King. Fue el que me hizo sentir miedo solo con letras. Después, Agatha Christie. Paul Auster. Bukowski. Pierre Lemaitre. Entre los españoles, hay un nivel altísimo: Mikel Santiago, Dolores Redondo, María Oruña, Gellida, Javier Castillo, Carmen Mola… Muchos.