En una sala que podría evocar a una pequeña biblioteca, Ana Iris Simón (Campo de Criptana, 1991) y Coco Dávez (Madrid, 1989) se sientan ante la cámara, con aires expectantes por ver qué preguntas les depararán, para comenzar esta entrevista. Ambas son autoras de ¿Y si fuera feria cada día? (Lumen, Penguin Random House), una obra en la que escritora, por un lado, le da un giro a su aclamada novela Feria; y en la que artista, como ilustradora, le da color y diversión, a un libro dedicado al público infantil, pero que tampoco podrán soltar los adultos. 

He aquí el quid de la cuestión. Un libro infantil siempre va acompañado de un padre, una madre, un hermano o una abuela que leen la historia y van pasando las páginas poco a poco para ir descubriendo, junto con los más pequeños de la casa, lo que se esconde tras el papel.

PREGUNTA (P): Feria’es un retrato de la vida rural, de la vida de pueblo, sobre todo de la manchega y desde un punto de vista personalista, que además puso patas arriba la opinión pública. Ahora, le das la vuelta con una versión infantil. ¿De dónde nace la idea?

Ana Iris Simón: La idea nace de que los libros que leo últimamente son casi todos cuentos infantiles. Desde que tuve a mis hijos empecé a intuir lo que era la literatura infantil, ya que, normalmente, muchas veces tendemos a mirarla por encima del hombro y decimos que “es literatura de segunda”. En absoluto. Hay libros infantiles maravillosos con los que pasas mucho más tiempo del que pasarás con un libro de adultos, porque lo lees 500 millones de veces y va a quedar en tu memoria y en la de tu hijo. Siempre será el libro que leíamos juntos, como algo vivencial, más que en papel.

Me doy cuenta de que en Feria hay una idea muy bonita y útil para transmitir a los niños, que es la del fin de la excepcionalidad: ¿Qué ocurre si todos los días son feria?, ¿Qué ocurre con la llegada de la globalización?, ¿Qué ocurre en la sociedad de consumo en la cual puedes tener todo a un clic con un móvil? Cuál es la 'cara B' de todo esto y de qué manera nos afecta negativamente. En principio, es positivo: ¿Quién no querría vivir en una fiesta perpetua? ¿Quién no querría disponer de todo lo que quisiera al minuto? Pero tiene su contrapartida, claro. Entonces de ahí surge este cuento.

P: La ilustración también es un elemento indispensable a lo largo de la obra. ¿Cómo surgió la idea de combinar vuestro talento?

Coco Dávez: Fue una gran sorpresa porque ya había leído Feria y me había encantado. Contacté con Ana Iris para invitarla al podcast que dirijo, Participantes para un delirio y no había podido darse el encuentro. Pero, de pronto, tres años después, contactan conmigo para proponerme hacer la versión en cuento de Feria y pensé: ‘Qué bonito estrenarme con alguien a quien admiro mucho’. Y también que haya sido el primer cuento para las dos, me pareció algo muy bonito.

Ana Iris Simón: Se me ocurre la idea de quiero hacer un cuento, este en concreto, pero no conocía a Coco personalmente, pero sí su trabajo y tenía claro que era con ella. Mi cabeza tiene sus colores y tiene su universo, porque si ella dice que sí y comete la insensatez de decir que sí, ¿por qué no?

P: Tu trayectoria en el arte es muy amplia: desde la fotografía a la comunicación hasta la colaboración con marcas, y ahora estás dejando tu huella también en el ámbito literario. Pero, en relación con el papel de las mujeres en el mundo del arte, ¿cómo consideras que está la situación?

Coco Dávez: Creo que todavía falta mucho camino por lo veo en ciertos comentarios. Pero, por otro lado, al menos cuando empecé mi carrera, en 2010, en plena crisis, es que la ilustración resurgió al ser más barata que contratar una editorial para una revista o un periódico. Curiosamente, de la ilustración hemos salido muchas mujeres. En España sí que hay un gran abanico de mujeres, artistas, pintoras, ilustradoras. En ese sentido, lo veo como algo muy bonito el poder participar de este momento y creo que es esperanzador, aunque no se haya igualado.

P: ‘Y si fuera feria cada día’ es una alegoría a la vida más sencilla. Además del mensaje que queréis transmitir con él, ¿evoca al intento de sacar al niño que todos llevamos dentro?

Ana Iris Simón: Cuando escribes para niños, te tienes que poner en su lugar. Y la dificultad que entraña un cuento es doble: Tienes dirigirte a la vez a ese niño y a los padres, que se lo van a leer 500 veces y tienes que ser lo suficientemente claro como para que el niño pueda entender el mensaje, pero sin tratarlo con condescendencia, sin dar por hecho que ese niño no puede entender mensajes complejos.

Además, la niña protagonista del cuento, que es Carolina, es una niña real, es mi prima. Claro, yo tengo un problema, no sé inventarme nada, tengo que pisar al mundo, y pensar en lo que haría mi prima Carolina. Luego resulta que no le gusta el tren de la bruja. No me documenté en absoluto porque quería que fuese una sorpresa para ella. De hecho, no lo supo hasta que no estaba el cuento impreso. En mi cabeza era todo el rato la pregunta de: ¿Qué haría mi prima Carolina si su pueblo empezase a ser un desastre porque la feria fuese todos los días? Ha sido recuperar al niño que llevamos dentro, pero también recuperar los niños de afuera, en este caso, tratar de ponerme en la mirada de mi prima.

Vivimos en una constante sociedad en la que consumir productos y experiencias es lo que configura tu identidad

P: ¿Qué harías vosotras si fuese feria cada día?

Ana Iris Simón: Vivimos ya ahí. En una sociedad en la que consumir productos y experiencias es lo que configura tu identidad. Ya estamos viendo de manera directa las consecuencias: una sociedad enfocada en consumir y producir. Al final la feria es una metáfora de la vida y lo que nos ocurre. Del mundo que le toca vivir a esos niños, en el cual, a través de un móvil, tienes acceso a consumir cualquier cosa. Y el objetivo es mostrar la cara oculta de eso. 

P: Eso es algo que también quisiste mostrar en Feria. ¿Has tenido que hacer un libro infantil para tratar de explicárselo a quienes lo sacaron de contexto?

Ana Iris Simón: (Ríe) No había pensado eso, pero si tiene ese uso podría traducir unas cuantas ideas más de las que tenía. Al final Feria hablaba mucho de la infancia y tenía a veces un tono infantil. Era lógico el adaptar alguna de esas ideas en un idioma dirigido a los niños. La protagonista es mi prima Carolina, pero podría haber sido yo, que veía que la profesión de mis abuelos dejaba de tener sentido a medida que abrían un Burger King. Algo que, por cierto, me encantaba. Y mi padre me decía que eso eran 'americanadas'. Con el tiempo le he dado la razón. Nos hemos ido dando cuenta de las consecuencias de esa globalización que abrazamos acríticamente. De cómo los pueblos han perdido su identidad y todo lo que genera tanto al individuo como al colectivo ese consumismo.

P: ¿Temes que se pueda sacar este libro también de contexto?

Ana Iris Simón: Espero que no.

Coco Dávez: Ana Iris tiene un máster a la hora de salir al paso. 

Ana Iris Simón: A ver, la portada es azul mahón... Hay cosas que son tan ridículas. Aunque pueden decir que es un mensaje reaccionario, de querer que todo permanezca.

Coco Dávez: El efecto Ana Iris, que llamo yo.

P: ¿Qué deseo pediríais si fueses Carolina, la protagonista del cuento?

Coco Dávez: Antes hemos hablado de cómo nos gustaría que los niños vivieran su infancia libres de teléfonos y tablets. Una preocupación y un mensaje que nuestro propios padres ya tenían. Cada generación tiene sus propias preocupaciones. Al final cada uno tiene su infacia y esa será la mejor para ellos, porque fue la suya. 

Ana Iris Simón: Yo me voy a poner grandilocuente y pedriría que todos fueramos más caritativos a la hora de mirar al otro y no solo a nosotros mismos. Hay que cuidar nuestra salud mental pero también la colectiva. Pediría empatía, esa palabra que tan de moda está en la actualidad. Un mundo más caritativo.

Coco Dávez: Me sumo a ese deseo. 

Pregunta: ¿Qué les lees a tus hijos?

Ana Iris Simón: A mi hijo le encanta un libro de los años 60 llamado Los 3 bandidos. El más pequeño, que tiene 10 meses, lee la saga del 'Pollo Pepe', cuyo autor tiene que ser de oro, por cierto. También le cuento una historia que me contaba mi padre cuando era pequeña. La historia de 'Patatín y Patatán', dos patatas a las que Cuchillo y Tenedor intentan comerse. También cuentos de cartón con figuras. Es que todavía son bastante pequeños. De hecho, el mayor ha leído ¿Y si fuera feria cada día? y le da muchísimo miedo La Aurora, uno de los personajes. 

P: ¿Qué reflexión hacéis del uso de la tecnología en la educación infantil?

Coco Dávez: No lo vivo muy de cerca pero me da pena que estén tan acostumbrados a lo táctil. Recuerdo cuando mi padre me hacía hacer cuadernos rubio de dictado. ¡Lo odiaba tanto! Pero ahora solo tengo palabras de agradecimiento. Me encanta escribir y necesito el contacto con el papel y el boli. Me dedico a la pintura por el contacto con el material. En el libro, la bruja tiene su propia tablet. Y me parece bonito porque los niños la están viendo en un papel. También me da mucha esperanza que la literatura infantil esté en su mejor momento. Y eso significa que los cuentos siguen funcionando y los niños disfrutan con ellos. 

Ana Iris Simón: El año que viene me toca elegir colegio y mi único criterio es que no usen tablets. Es antilógico que, cuando vas al pediatra te pregunten si tu hijo está expuesto a pantallas por los efectos negativos que producen y luego puedan tirarse ocho horas en el colegio delante de ellas. Además, con un colegio y unos padres que pagan una licencia a la tecnológica de turno y haya gente muy poderosa enriqueciéndose de esto. Al final es un sinsentido. Por otra parte, exigirles a los padres, con el ritmo de vida que llevamos, que no utilicen las pantallas como niñeras es muy fácil. Yo tengo tiempo y un círculo familiar que me permite proteger a mis hijos de las pantallas. Pero hay gente que no puede. Que despúes de matarse el lomo a trabajar, tienen que limpiar, poner lavadoras, preparar la cena al crío... Necesitamos un cambio profundo que no afecte solo a las pantallas. 

Existen dos caras del capitalismo: La material, que te impide tener hijos; y la antropológica, que te dice que mejor no los tengas porque no vas a poder viajar, comprar o autorealizarte

P: Estamos inmersos en una crisis de natalidad. En 2022 hubo 330.000 nacimientos en España, siendo la cifra más baja de las últimas cuatro décadas. 

Ana Iris Simón: Detrás de la crisis de natalidad, hay muchas otras. Está el problema de la vivienda para los jóvenes ya que muchos se ven obligados a invertir el 90% de su salario si no quieren compartir piso. También la inestabilidad laboral. Es que nuestros padres cobraban un 50% más que nosotros. Está el problema de que no hay guarderías públicas y gratuitas de 0 a 3. Para mucha gente, tener un hijo no es ni siquiera una opción. Y el liberalismo ha provocado que gente que si podría tenerlos, no quiera. Si basas tu identidad en producir y consumir, un hijo es lo contrario porque te va a paralizar esa posibilidad durante mucho tiempo. Existen dos caras del capitalismo. La material, que te impide tener hijos y la antropológica, que te dice que mejor no los tengas porque no vas a poder viajar, comprar o autorealizarte a través del trabajo. Por ende, la crisis demográfica se podría solucionar dando ayudas directas a los padres. ¿Por qué no se da un salario mínimo a los padres y madres que quieran cuidar de sus hijos durante un año? No me creo que no haya partidas para eso si hablamos que Sumar apuesta por una herencia universal y no por renta a todos los chavales que tengan 20 años. Además, saber que a los cuatro meses tienes que depositar a tu hijo en una guardería es algo disuasorio. 

P: Y a todo esto se le ha llamado rojipardismo. ¿Cómo te tomas este término?

Ana Iris Simón: A mí me hace gracia. No hay otra manera de tomárselo. Ya se ha calmado la gente al ver que eso que dicen soy yo en mi casa hablando de que quiero mucho a mis hijos y a mis padres y abuelos. Lo que pasa es que hay un problema con la cuestión familiar. La derecha dice, de boquilla, defenderla pero luego no hace nada por ella. No da ayudas directas, no hacen públicas las guarderías de 0 a 3, no ve la vivienda como un problema para los jóvenes... La señora Ayuso da ayudas a las familias con una renta de más de 100.000 euros. Y por otro lado, la izquierda parece que solo valora la familia cuando es diversa y plural. Lo que al final son todas las familias de España. La mía, por ejemplo. Padres separados que luego han tenido pareja. Pero solo la valoran en cuanto a la unidad de diversidad. Pero luego hay muchas familias que siguen siendo padre, madre e hijos y no pasa nada. Aunque luego materialmente hagan más por ella, discursivamente la atacan o lo consideran reaccionario. Incluso desde los sectores mas anarcoides se habla de abolir la familia o identificarla como una unidad de reproducción del machismo y el patriarcado. Unos dicen que hacen mucho y luego no hacen nada; otros, aunque hagan bastante, lo empañan con un discurso que la gente no entiende. Si tu hablas de abolir la familia, el 90% de las personas te preguntarán por qué, si yo quiero a mi padre, a mi hijo y a mi hermana; si quiero ser madre. Y no pasa nada.