Adaptación de la famosa novela gráfica, Kingsman: Servicio Secreto es una de las mejores películas de acción del cine reciente no exenta de una fina crítica hacia asuntos actuales.


El nombre de Matthew Vaughn no es demasiado conocido para el público en general; sin embargo, desde su debut en 2004 con Layer Cake, se ha convertido en uno de los mejores directores de acción del momento gracias a películas como Kick-Ass: Listo para machacar (2010), X-Men: Primera generación (2011) y, ahora, con Kingsman: Servicio secreto, la cual es, además, una de las mejores propuestas dentro del género de los últimos tiempos.


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A partir de la novela gráfica de Mark Millar y Dave Gibbons, Kingsman ya muestra en su secuencia de apertura al sonido, ya de por si irónico la elección de Money for Nothing de Dire Straits, por dónde se encaminará la película: acción, violencia y una enorme dosis de desinhibición y jovialidad que no anula, sin embargo, una mirada crítica hacia la realidad. La película es la unión de muchas películas y de muchos géneros, pero en esa mezcla libertina y enloquecida aparece la personalidad de Vaughn. Película de espías al estilo Bond, comedia juvenil de internado (durante el entrenamiento), drama social también muy british… todo cabe en una producción de elegante y cuidada puesta en escena capaz de combinar los momentos más intimistas y tranquilos con secuencias de acción deslumbrantes en su construcción y con algunas verdaderamente tan enloquecidas como geniales, como esa con los fuegos artificiales al final en la que la película toma una postura, llamativa siendo el tipo de producción que es, con un contenido tan crítico como provocador, o bien, la hiperviolenta escena en el interior de una iglesia de fanáticos religiosos que deviene en una bacanal de violencia desmedida.


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Las buenas maneras y lo chabacano se dan la mano en Kingsman, no solo en el interior de la película, es decir, en la historia, sino también en su construcción visual. Y, a partir de ahí, elabora una mirada hacia la lucha de clases, hacia su abolición desde cierta y contradictoria reivindicación, así como hacia los poderes que gobiernan el mundo. Todo, eso sí, bajo una capa de frenética acción. Ahí es donde Kingsman brilla, en su capacidad para aunar no solo diferentes referencias cinematográficas sino también para dotar a la historia de un cierto discurso más allá de la mera historia de un malvado (encarnado por un magnífico Samuel L. Jackson) que quiere salvar a la Tierra de los humanos bajo unos ideales que no son complicados de entender en un primer momento aunque no tanto en su derivación final, contra unos agentes secretos de la más alta alcurnia británica encabezados por dos geniales Colin Firth y Mark Strong, con la ayuda de Michael Caine, y con el añadido del joven cockney interpretado por Taron Egerton y que está llamado a rebajar socialmente a tan altiva asociación secreta. El fino corte de los agentes se ve contrarrestado, y presumiblemente para próximas entregas, por los supuestos bajos modales.


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Vaughn orquesta todo con un magnífico dominio del sentido de la acción y de la comedia y, sobre todo, de la (auto)parodia: en varios momentos se asevera en Kingsman que no estamos ante la típica película de espías y a partir de los esquemas constructivos de este tipo de cine el cineasta los moldea a su gusto, los parodia desde una total irreverencia llena de respeto, lo cual da como resultado una película que en su forma externa nos remite a un cine específico, tan exagerado como imposible, pero que desde su interior, desde su narración, es transformado en algo diferente. Evidencia sus costuras para a partir de ellas tejer una historia totalmente libre, sin complejos, que sabe qué está ofreciendo pero que no se detiene ahí para introducir esos elementos críticos que hacen de Kingsman algo más que un mero entretenimiento, aunque lo es, y de los mejores que se han podido ver en los últimos tiempos si se le da la oportunidad y uno se deja arrastrar por sus imágenes.


Y es que en su subversión y parodia sin límites, Kingsman termina con una de las más insólitas secuencias que mira a los finales sexuales de las películas de Bond…


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