Un mensaje de madrugada. Otro después de una bronca interna. Palabras de afecto, de estrategia, de preocupación. La relación entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos se tejió durante años en el corazón del poder, pero ahora parte de esos hilos se han expuesto en público, y no por voluntad propia. La reciente publicación de sus conversaciones privadas por parte del diario El Mundo ha vuelto a abrir una vieja herida en la política española: ¿dónde termina el derecho a la información y dónde empieza el respeto a la intimidad?
Los mensajes, revelados este fin de semana, corresponden a intercambios entre el presidente del Gobierno y su entonces ministro de Transportes, fechados en 2020 y 2021, en pleno auge de la pandemia y de las tensiones internas del PSOE. En uno de ellos, Pedro Sánchez agradece a Ábalos su lealtad con palabras personales: “Gracias, José Luis. La verdad es que he echado de menos muchas veces trabajar contigo. Siempre he valorado mucho tu criterio político. También tu amistad. En fin. Te mando un abrazo”.
Pero no todo es camaradería. En los mensajes también se muestran indicaciones sobre cómo abordar las críticas de los barones socialistas como Emiliano García-Page o Javier Lambán. En este contexto, el presidente pedía a su colaborador que calmara las aguas dentro del partido: “Diles que no hay nada. Que se calmen. Que no sigan con esto”.
La publicación de estos mensajes ha provocado un terremoto político y ético. Desde el Gobierno, varios ministros han expresado su rechazo frontal. El titular de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, ha calificado los hechos de “muy graves” y ha pedido investigar el origen de la filtración. “Esto forma parte de una campaña infame contra el presidente del Gobierno”, ha denunciado en declaraciones a RTVE.
También el ministro de Industria, Jordi Hereu, ha subrayado que la publicación de comunicaciones privadas entre cargos públicos “no contribuye a mejorar la democracia”, sino que la debilita. “Estamos entrando en una espiral peligrosa donde todo vale”, ha lamentado.
Por el contrario, desde la oposición se ha aprovechado el contenido de los mensajes para arremeter contra Sánchez. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, ha declarado que “está claro que lo sabía todo y lo tapó”, en referencia al escándalo del ‘caso Koldo’, por el que Ábalos ha sido duramente cuestionado en los últimos meses.
La controversia va más allá del contenido: toca de lleno el debate sobre la privacidad de los líderes públicos. ¿Debe primar el derecho a la información o hay una línea que no se puede cruzar, aunque los protagonistas sean el presidente del Gobierno y un exministro clave?
Este tipo de filtraciones plantea preguntas incómodas, no solo para los protagonistas políticos, sino también para los medios, la justicia y la ciudadanía. ¿Debe conocerse todo lo que dicen los líderes en privado si afecta al funcionamiento del Estado? ¿O hay límites éticos que deberían respetarse, incluso en el ejercicio del derecho a la información? Queremos saber qué opinas tú:
