Los conciertos de Jarfaiter son experimentos sociológicos en los que confluyen chonis, admiradores de las artes marciales mixtas, antifascistas, bakalas y macarras. Un público completamente diferente respecto a otros artistas del género urbano. No es un espacio seguro para hippies con rastas. El estampado de leopardo confluye con cuerpos tatuados empapados de sudor. Por momentos, en vez de en La Paqui, uno tiene la sensación de estar en una fiesta de Radikal en el año 2006. En unos coches de choques en las ferias de tu pueblo, en vez de en Malasaña, lugar de peregrinación de los modernos españoles. La estética es similar. También la música, ya que en este concierto Jarfaiter ha apostado de forma evidente por el hard techno, género en el que se mueve con maestría, volviendo loco al público, que sale de ahí con ganas de ir de caza.

Concierto de Jarfaiter en la Sali Paqui de Madrid el 19 de abril de 2004. Autor Daniel Cruz (@daniel cruz foto) (1)

Autor: Daniel Cruz (@daniel_cruz_foto)

Jarfaiter es un tio leal que se rodea de su gente y se aleja de toda la mercadotecnia en este mundo. Su banda de alanos en traje Randa formada por Rvkeli, Sandor García y Kaños no faltaron a la cita en la Sala Paqui. También Policarpo 318, con quien cantó En las Malas. Todos ellos se unieron en Vikingos 318, un tema sanguinario incluido en No soy Nadie, su último disco. También estuvo Dollar Selmouni, artista con el que sacará una colaboración próximamente.

A lo largo de casi una hora y media, Jarfaiter repasó temas de toda su carrera. Mantenlo Criminal casi no le hizo falta ni cantarlo y el público enloqueció con el "Hippie cerda, hueles a mierda. Tus rastas dan asco, aparta, gorda. Quiero que ardas, progre de izquierdas. Vete a tirar flores a los guardias". También brindó homenaje a la gente de pueblo con su ya mítico Rural Team.

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El escenario, decorado como una trinchera, sirvió a Jarfaiter para lanzar su rabia en casa. Chonis enloqueciendo en Enamorado de una choni y pogos con gente salida del videoclip de Dualty de Slipknot. Los pogos en los conciertos de Jarfaiter son de verdad y eso es muestra el tipo de público que tiene el de Piedralaves. Hay conciertos de raperos en los que se ven pogos que lo único que provocan es ternura. A Jarfaiter le dio tiempo hasta a hacer apología a lectura y elevó un Lazarillo de Tormes como si de los 12 mandamientos se tratara: “El Lazarillo de Tormes, sobrevivo gracias a mis cojones enormes. Con el pasamontañas y la bomber, resolviendo mis asuntos como un hombre”, dice en Picaresca.

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Jarfaiter sigue siendo el mismo drugo de chándal Nike que empezó escupiendo flemas en forma de rap. El mismo Original Kinki con mirada esquiza que vomita moloko plus y patea conciencias. Jarfaiter es rumba portuguesa, cumbia villera, jota castellana. Ha hecho dos sold out en la Sala Paqui de Madrid. Debería ocupar un lugar más importante en la industria musical pero su nobleza y actitud le impiden ponerse de rodillas. Letras duras, apología a la violencia y azote de bienpensantes. Jarfaiter es una expresión sincera de la calle, el barrio y su idiosincrasia. De la lucha y la independencia. Un trovador del Siglo de Oro que deja tiritando a la España posmoderna en la que vivimos. Un Quevedo con TN y cresta dispuesto a soltar verdades. Y miles y miles de personas, dispuestas a escucharlas.

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