La escritora cubana mexicana Gabriela Guerra Rey se encuentra en España para presentar su nueva novela “Luz en la piel, cinco voces de mujer” (Huso, 2018). La autora, ganadora del premio Juan Rulfo de novela 2016, ofrece una obra que retrata los deseos de un grupo de mujeres por ir más allá de los prejuicios sociales. Conversamos con Guerra Rey sobre literatura, feminismo y canon literario.

Pregunta: - ¿Qué cuenta “Luz en la piel”?

Respuesta: - Luz en la piel es la historia de cinco mujeres nacidas en los ochentas, que llegarían a la mayoría de edad con el nuevo milenio, y que en la candidez de la juventud se sentían abanderadas de su tiempo. La novela va desde sus adolescencias hasta la madurez, cuando cada una de ellas ha partido a un lugar diferente del mundo, y dos se encuentran en un momento particularmente dramático. Es entonces que la voz narradora, María, decide contar las aventuras, sus fracasos como mujeres revolucionarias, la historia de sus vidas que transita del dolor a la felicidad, de la vida a la muerte, y enarbolar con esto una especie de plegaria colectiva que les haga sentir que la fatalidad de sus destinos no fue en vano.

P: - ¿Qué moldes rompen estas mujeres?

R: - Estas mujeres sueñan en sus infancias con vidas tradicionales: casarse, tener hijos, familias felices. Ellas no deciden romper los moldes voluntariamente. La vida les impone esa ruptura, y en un sueño inocente creen que serán las nuevas mujeres liberadas. Y lo son, pero pagan un precio alto.

También hay una ruptura en la sexualidad, que es producto más de su contexto histórico que de ellas mismas. Las revoluciones sexuales han oscilado: Occidente, años setenta; Cuba, a finales del siglo XX (no me atrevo a hablar de más por desconocimiento). En Estados Unidos tenía que ver con la igualdad entre géneros, tenía un componente feminista y de quiebre ante los esquemas. En Cuba era una manera de escape, de liberación, de amnesia, creo. Es en ese proceso, que yo viví en carne propia, donde me inspiro, aunque no son historias atadas a ningún sitio.

P: - Hablas de una isla como el punto de partida de estas mujeres. También de los tiempos modernos, ¿qué son los tiempos modernos para una mujer?

R: - Hablo de una isla como referente sicológico. Porque me es fácil ponerme en el sentimiento, en la piel del isleño, en la sensación del encierro, del mar como cárcel…. Yo soy todas esas cosas, soy isleña.

Tiempos modernos: Para mi abuela fue casarse con un hombre al que había visto tres veces y del cual no estaba enamorada, teniendo que renunciar a sus sueños. Para mi madre fue ser madre, mujer de la casa, profesional y trabajadora. Una realidad abrumadora, un trabajo a tiempo completo que condujo a muchas contemporáneas suyas a padecer enfermedades físicas y sicológicas. Para mí ha sido la rebeldía, la lucha constante porque no se nos trate en el siglo XXI como se nos lleva tratando toda la vida. Hablo de mi experiencia porque hablar de la de otras me parece osado. Pero para muchas mujeres los tiempos modernos siguen siendo de maltratos, de miseria… Yo sé que en España hay una revolución contra la denigración histórica de la mujer, como en Argentina, como en otros países. Pero hay que ver lo que sucede aún en México, en Perú, en Bolivia, en esa Latinoamérica que no logra soltar los lastres del subdesarrollo. Para qué mencionar Asia, África... Los tiempos modernos son los del sida, los de tráfico de blancas y de negras, y de esclavas sexuales, y de órganos… Los tiempos modernos son aterradores.

P: - ¿Catalogarías “Luz en la piel” como una novela feminista?

R: - Es primero una novela femenina, porque yo soy inevitablemente una escritora de lo femenino, lo cual no quiere decir que no escarbe en otros temas. Me gusta explorar. Pero Luz en la piel intenta desde lo dramático hacer una reflexión, tocar la conciencia de lo que estamos viviendo. No solo las mujeres. Es una época difícil para todos o yo estoy muy pesimista en estos días.  He dicho antes que me gustaría ponerme en el papel del hombre en su justa dimensión alguna vez y entender las tragedias que se viven del otro lado, que sé, no son menos ni menores. Pero sí, creo que sí, que Luz en la piel es una novela feminista. Que lo digan los críticos.

P: - ¿Eres activista del feminismo?

R: - No, no soy activista oficialmente de nada. Me cuesta encajar en los grupos e instituciones. Vengo de un país que te instituía y agrupaba casi desde que estabas en el vientre de tu madre. Mi idea de libertad pasa también por saltar esas barreras. Pero apoyo la liberación de la mujer de todos los martirios a que ha sido sometida durante siglos. Apoyo la igualdad de género en cuanto a capacidades, intelecto, creación, necesidades, libertades. Después, que cada quien haga con su individualidad lo que considere. Pero siempre voy a estar del lado de una mujer que haya sido violada en sus derechos elementales.

P: - La novela tiene una fuerte carga erótica, ¿para tus cinco personajes el erotismo se convierte en una forma de liberación?

R: - Sí, definitivamente. Esa es su válvula. Son mujeres apasionadas, abiertas, liberadas mentalmente, y que no saben cómo escapar de una realidad opresiva, de miserias, de ruinas. Lo hacen a través de la sexualidad, sin prejuicios, pero en la búsqueda de un ideal, el amor. Creo que en la sociedades oprimidas, el sexo, como las drogas y la emigración, son las puertas a la libertad. Aunque la libertad real, lo sé, está dentro de uno. Pero socialmente esto es lo que sucede. Estas mujeres nacieron en una isla marcadas por los signos inequívocos de las sociedades decadentes.

P: - ¿Te interesa el canon literario?

R: - Esta pregunta me engendra muchos pensamientos. Podría tardarme en tener una respuesta concreta, producto de una reflexión profunda. Pero voy a tratar de decir lo que creo en pocas palabras: Me interesa el canon literario en su papel de referencia histórica, que te lleva a grandes autores, a momentos, a movimientos, que te obliga a leer algunos clásicos que de otra manera ignoraríamos o jamás habrían sido republicados, que te hace comprender los periodos por los que ha atravesado la humanidad y con ella, las artes, la literatura. Esto, a pesar de tener una conciencia plena sobre lo injusto que han sido los cánones, lo manipulados muchas veces, lo discriminatorios. Me interesa el canon literario como lectora; pero como lectora me interesa todo lo bueno, dentro o fuera del canon.

Como escritora, como mujer, como humana, me interesa el pensamiento y la creación libres, abiertos, disruptores. Me gusta el que se atreve, el que se olvida de todo, el que se salva… Creo que los cánones son parte de esas instituciones que nos han preparado la vida desde que nacemos hasta que morimos y de las cuales podría prescindir en mis sentidos básicos. Para escribir escapo, me voy a un mundo paralelo donde no existe pasado ni futuro, sino la historia y sus personajes. Desgraciadamente (desde lo sociológico) los mundos paralelos a veces se parecen a la realidad. Ocurrió en Luz en la piel.

P: - Naciste en Cuba y vives en México, ¿cuándo escribes piensas en una geografía?

R: - Durante mucho tiempo pensé en la geografía de ese pueblito a donde me fui a vivir a los diez años con mis padres, Regla, y que inspiró, geográficamente hablando, Bahía de sal. Aunque esta tuvo también un componente alto en el descubrimiento del pueblito latinoamericano, de los pueblos fantasmas de México, de Centro y Suramérica. Nostalgias de la Habana, memorias de una emigrante, había sido escrita mucho antes de mi partida sin saberlo, cuando caminaba el malecón habanero y sabía, anticipadamente, todo el dolor que dejar aquello me iba a provocar. Ahora vivo en México pero viajo mucho. Me estoy liberando de Cuba y logro escribir inspirada en otros mares, en las tierras que visito y en las que me suceden cosas importantes; las que me tocan el corazón.