Brian Helgeland, guionista de “L. A. Confidential” (Curtis Hanson, 1997) o “Mystic River” (Clint Eastwood, 2003), escribe y dirige un sólido relato criminal que gira en torno a los gemelos Ronald y Reginald Kray, dos conocidos gánsters que dominaron el East End de Londres durante la década de los sesenta.
Nacidos en 1933 en el barrio londinense de Hoxton, los hermanos Ronald y Reggie, como se les conocía familiarmente, iniciaron sus pasos en el mundo del boxeo al mismo tiempo que cometían sus primeras fechorías, hasta formar, a finales de los años cincuenta, una banda a la que bautizaron como The Firm, cuya actividad delictiva iba desde cobro de impuestos a cambio de protección hasta el robo o la extorsión. Unas actividades que les proporcionó un rápido ascenso que les llevó no sólo a controlar el East End de la capital londinense sino a aumentar su prestigio social al convertirse en propietarios de varios locales nocturnos, muy de moda en aquellos años, y entre cuya glamurosa clientela había políticos, aristócratas, actores o cantantes con los que compartían veladas y con los que se fotografiaban.
Pero más allá de su agitada carrera criminal, el gran atractivo de la historia de los hermanos Kray se halla en sus complejas personalidades, la de dos seres quienes, a pesar de ser gemelos, poseían caracteres opuestos. Con 24 años a Ronnie le diagnosticaron esquizofrenia paranoica, mostrando un temperamento inestable, imprevisible, manipulador y violento que acabó ejerciendo una poderosa influencia sobre su hermano Reggie, mucho más templado, más cerebral ya que, incluso como sugiere el film, era quien en realidad manejaba los entresijos de sus negocios.
Además, entre ambos se estableció una extraña relación de amor y odio llena de altibajos, pues entre ellos había una inquebrantable unión a la hora de llevar sus asuntos criminales, al mismo tiempo que grandes diferencias en el terreno personal. Si bien Ronnie nunca ocultó su homosexualidad sin que su hermano interfiriese en su vida privada, aquel, por el contrario, ejerció tal influencia en Reggie que acabó afectando a su relación con su joven esposa, Frances Shea, interpretada por Emily Browning, de tal manera que ésta terminó quitándose la vida.
Una dualidad que se beneficia por la acertada elección de que ambos gemelos estén encarnados por Tom Hardy, a diferencia del estimable film dirigido por Peter Medak, Los Kray (The Krays, 1990), a quienes ponían rostro los también hermanos Gary y Martin Kemp. Pero más allá del aspecto y los complementos que les distinguen, Hardy realiza una magnífica labor de desdoblamiento haciendo gala de un variado registro interpretativo para definir los rasgos emocionales de dos seres de naturalezas bien distintas.
Y al mismo tiempo, es ahí, en el propio retrato de los personajes, donde se hallan los puntos débiles del film, ya que se echa en falta una mayor hondura emocional, y no sólo en lo que respecta a los gemelos, dos personajes que exhalan tintes shakesperianos, sino en la madre, con quien al parecer mantuvieron una relación casi edípica y figura que se queda más bien en un esbozo; o de la propia Frances quien, a pesar de su presencia, acaba relegada a un segundo plano. Porque Hegeland le ha imprimido la misma relevancia al plano emocional que a las partes que narran los hechos delictivos, ya que Legend navega en realidad por las tesituras de la crónica negra. Algo que se pone de relieve, no solo con el uso, aunque comedido, de una voice over a lo largo del metraje que corresponde a la malograda esposa de Reggie, sino al utilizar los habituales intertítulos, al final del film, que explican la vida posterior de los principales protagonistas con fotografías que, lejos de mostrar a los protagonistas reales, el director ha sustituido por la imagen de los propios intérpretes que los encarnan proporcionándoles, eso sí, la pátina de las viejas imágenes fotográficas .
Aún así, Legend es un sólido film aderezado por la impecable factura de su diseño de producción y una banda sonora que combina la partitura original de Carter Burwell con una deliciosa selección de temas clásicos de aquella época, la que enmarca el auge y la caída de los dos gemelos que dominaron el crimen organizado en Londres hasta 1968, cuando su arresto y posterior condena, con acusaciones por asesinato incluidas, puso fin a casi una década de actividades delictivas.