Durante los meses de verano, la aparición de moscas en las cocinas se convierte en una molestia habitual. Basta con abrir las ventanas para ventilar o dejar una fruta madura sobre la encimera, y en pocos minutos estos insectos hacen acto de presencia. Aunque suelen parecer inofensivas, su persistencia puede convertir la preparación de una comida o una merienda tranquila en una situación incómoda.
El problema de los insecticidas comerciales
Ante esta situación, muchas personas recurren a insecticidas o trampas comerciales que, si bien pueden ser eficaces, suelen contener sustancias químicas poco recomendables en espacios donde se manipulan alimentos. Como alternativa, algunos consejos tradicionales siguen ofreciendo soluciones eficaces, económicas y más sostenibles.
Un espray casero y eficaz
Una de ellas es un espray casero que se puede preparar en apenas unos minutos con ingredientes accesibles y sin impacto negativo en la salud o el medio ambiente. La mezcla se elabora con vinagre de sidra (200 ml), jabón líquido (2 cucharadas), agua (800 ml), alcohol de cocina (50 ml) y aceite esencial de citronela (unas 10 gotas). Este último actúa como repelente natural por su aroma intenso, que interfiere en el olfato de los insectos.
La preparación es sencilla: se mezclan los ingredientes en un recipiente grande, evitando hacer demasiada espuma, y se vierte la solución en un pulverizador limpio. Para potenciar su efecto, se puede añadir también unas gotas de aceite esencial de menta.
Una vez listo, se recomienda rociar el espray cerca de ventanas, puertas y otras posibles entradas. También es útil aplicarlo en zonas donde las moscas suelen agruparse, aunque siempre evitando el contacto directo con alimentos y superficies delicadas.
Otras soluciones
Además del uso de este repelente, los expertos insisten en la importancia de mantener buenas prácticas de higiene para prevenir infestaciones: cubrir los restos de comida, vaciar regularmente la basura y limpiar las superficies tras cocinar.
Este tipo de soluciones caseras, además de ser efectivas, ofrecen una alternativa respetuosa con el entorno y la salud familiar. Un pequeño gesto que, al igual que otros muchos transmitidos por generaciones anteriores, vuelve a ganar protagonismo cuando se busca bienestar sin renunciar a la sencillez.