Vemos con sorpresa como Julio Verne se adelantó a muchas tecnologías que vendrían en el futuro en el momento que escribió sobre ellas: el submarino, los viajes a la luna… Pero pocos saben que también se adelantó al futuro de la energía.
En 1874 escribió su estupenda novela “La Isla Misteriosa”. Esta novela forma parte de su trilogía de libros junto a Veinte mil leguas de viaje submarino y Los hijos del capitán Grant. Él mismo afirmó que sería “una novela que tratase sobre química”: partiendo prácticamente de cero, los protagonistas consiguen fabricar incluso ácido sulfúrico, uno de los productos químicos más avanzados de la época. Pero sobre todo destaca por el uso de la ciencia aplicada, tan presente en toda su obra, sintetizándola a través de uno de sus personajes, el ingeniero Cyrus Smith, el cual refleja el conocimiento y la capacidad de adaptación al medio del ser humano.
Esto está muy bien, pero…¿qué tiene que ver con Puertollano?
El vínculo se lo escuché a su actual Alcaldesa, Isabel Rodríguez, en la COP25 (la Cumbre Climática celebrada en Madrid) cuando intervino y pidió poder comenzar cintando a Julio Verne en esta obra, y nos leyó lo siguiente:
“Creo que un día el agua será un carburante, que el hidrógeno y el oxígeno que la constituyen, utilizados solos o conjuntamente, proporcionarán una fuente inagotable de energía y de luz, con una intensidad que el carbón no puede; que dado que las reservas de carbón se agotarán, nos calentaremos gracias al agua. El agua será el carbón del futuro”.
Es decir, el agua será el futuro energético y se tratará de un recurso inagotable y renovable. Recuerde que lo escribió en 1874.
Justo un año antes, se pidió la primera lincencia para explotar lo que sería el inicio de la minería del carbón en Puertollano.
Hoy nos parece, y es correcto, que este mineral usado como recurso energético es muy perjudicial para el planeta. Pero supuso en aquel entonces, sin esa percepción sobre su impacto ambiental, uno de los principlaes motores de la economía, generación de empleo y el desarrollo de toda Europa. Puertollano, municipio de Ciudad Real, estaba comenzando a ser clave en la energía del momento.
Esta ectividad configuró durante muchos años la ciudad y su valor económico.
Posteriormente, en 1942 comienza la actividad en Puertollano de la primera empresa que trabaja con el nuevo motor energético, el petroleo, y desemboca en lo que durante 70 años ha sido la refinería hoy de Repsol. Otro recurso energético que en su momento significó un motor económico, de empleo y desarrollo. Una vez más, sabemos y con acierto, que este recurso es un problema para el planeta por su nivel de afectación al clima del mismo y que además es un recurso escaso. Pero es indudbale que ha vuelto a ser otro motor. Aunque, para ser justos, de la primera planta a la actual su evolución en control y mejoras ambientales es abismal; pero el conjunto de los combustibles fósiles es algo que claramente debe tender a desaparecer yb rápido.
Hoy, compaginando con esta actividad, tenemos ejemplos de nuevos sistemas energéticos en este municipio basados en la generación de energías renovables y limpias: la fotovoltáica de Iberdrola y la de generación con biomasa de Ence. Dos modelos, que incluso confluyen para ser más operativos y muy ligados a dos factores donde España tiene un gran potencial: el sol y el aporvechamiento de la biodiversidad sin afectar a la misma o a la alimentación. Ambas además renovables.
Finalmente, Puertollano tiene desde hace tiempo el Centro Nacional del Hidrógeno, es decir un centro de I+D+i para lograr avanzar en el desarrollo del hidrógeno como energía inagotable, limpia y renovable que sustituya o complemente a todas las demás. Y todo esto a partir del agua, como ya nos señaló Julio Verne hace 147 años.
Puertollano ha estado siempre con la energía del momento, siendo un referente de desarrollo. Hoy es un modelo de ciudad con una fuerte apuesta por la sostenibilidad y una transición energética limpia y renovable.
Pensará Usted, amigo lector, que yo debo de ser de Puertollano para mostrar este interés, pero no es así. Yo nací en Valladolid, a más de 400 kilómetros, pero me gusta esta ciudad y su historia. Un buen ejemplo. Debemos seguir su evolución.