Una de las localidades más emblemáticas del Pirineo aragonés es Ansó, en la provincia de Huesca, un pequeño municipio que forma parte del listado de la asociación de los pueblos más bonitos de España. Esta villa de origen medieval es una importante muestra de la arquitectura tradicional de la zona, adaptada al clima de montaña, con casas de piedra, chimeneas centenarias y tejados inclinados, dispuestos para soportar las nevadas invernales. Una de las mejores cosas que puede hacer el visitante es pasear por sus callejuelas empedradas que conforman el núcleo urbano, que fue declarado en 2005 Bien de Interés Cultural.
Sus calles empedradas y sus tradiciones centenarias conquistaron al mismísimo Benito Pérez Galdós, quien ambientó en este escenario su obra de teatro 'Los condenados', una historia de trágicos amores entre una joven del pueblo y un bandolero que se esconde en las montañas. “Aquí me tienes de vuelta de mi excursión a Ansó, viaje modesto y largo, pero que doy por bien empleado, porque he visto el país más original y pintoresco que puede imaginarse", escribió a su vuelta.
Ansó, en Huesca, fue declarado en 2005 Bien de Interés Cultural (Foto Ayuntamiento de Ansó)
Ansó también sedujo al pintor valenciano Joaquín Sorolla, que plasmó en uno de sus cuadros a unos jóvenes bailando jota ataviados con el traje tradicional ansotano con los Pirineos de fondo.
Un pueblo orgulloso de sus tradiciones
Ansó ha sido testigo de siglos de historia, desde sus orígenes en la Alta Edad Media. Su cercanía a Francia convirtió a esta población oscense en guardián de las rutas de acceso al valle del rió Aragón, un papel que les otorgó en 1272 el rey Jaime I de Aragón, 'el Conquistador'. Los ansotanos se convirtieron en árbitros de los derechos de pasto en la zona fronteriza y un siglo después, a consecuencia de un conflicto con la población bearnesa de Baretous, dictaminó el Tributo de las Tres Vacas anuales por parte de estos últimos al municipio, una tradición que se mantiene hoy en día.
Una de las peculiaridades de la localidad es que tiene lengua propia. Allí se habla el ansotano, una variante de la lengua aragonesa.
Uno de los mayores orgullos de ese pueblo es su traje regional, una vestimenta que utilizaban a diario. Esta tradición se mantuvo hasta mediados del siglo pasado de forma generalizada. Los últimos en llevarlo fueron fueron María Mendiara y Jorge Puyó, fallecidos respectivamente en 1986 y 1992. La localidad cuenta con un museo del Traje.
Cada verano se celebra en Ansó, Huesca, el Día del Traje Ansotano (Foto: Ayuntamiento de Ansó)
El traje ansotano, de origen medieval, destaca por sus robustas y coloridas telas. Hay una amplia variedad de modelos (bautismo, periquillo, cofradía o saya), y es uno de los trajes más antiguos y mejor conservados de toda Europa. El último domingo de agosto se celebra el Día del Traje Ansotano, una festividad declarada de Interés Turístico Nacional en la que los habitantes vuelven a vestirse con las ropas tradicionales, heredadas de generación en generación. Las mujeres suelen lucir atuendos decorados con bordados y joyas, mientras que los hombres portan vestimenta de lana y cuero, apropiada para los duros inviernos pirenaicos.
Monumentos destacados
Entre los lugares destacados está la Iglesia de San Pedro, construida en el siglo XVI y ampliada en el siglo XVIII. La iglesia alberga un altar barroco y varias tallas góticas de gran valor artístico, además de una cruz procesional renacentista del siglo XVI. El órgano de la iglesia fue fabricado en Francia en el siglo XVIII y se transportó pieza a pieza desde allí a través de las montañas.
En la imagen, el caso antiguo en el que destaca el perfil de la Iglesia de San Pedro (Foto: Ayuntamiento de Ansó)
Es también reseñable el torreón medieval (s. XVI) donde habría estado prisionera la reina Blanca II de Navarra.
Naturaleza en el Parque Natural de los Valles Occidentales
Ansó es la puerta de entrada al Parque Natural de los Valles Occidentales, uno de los espacios naturales más bellos del Pirineo aragonés. Con una extensión de más de 27.000 hectáreas, el parque alberga una gran diversidad de fauna y flora, incluyendo especies emblemáticas como el quebrantahuesos, el oso pardo y el sarrio. Los paisajes del parque van desde los bosques frondosos hasta los picos montañosos y los valles glaciares, ofreciendo una gran variedad de ecosistemas que se pueden explorar en diferentes rutas de senderismo.
Una de las rutas más recomendadas del parque es la Selva de Oza, un bosque de hayas y abetos que se extiende hasta el Valle de Hecho. Esta ruta es ideal para quienes buscan un paseo fácil rodeado de naturaleza.
Muy cerca de Ansó encontramos el valle de Zuriza y Linza, destino ideal para los amantes de la naturaleza y de los deportes de montaña, o el Paisaje Protegido de las Foces de Fago y Biniés.
No te pierdas tampoco el Monasterio de Siresa, ubicado en el vecino valle de Hecho, una auténtica joya románica de la arquitectura religiosa.
Cultura pastoril y rutas por el valle
El valle de Ansó tiene una larga tradición ganadera que se remonta a la Edad Media, cuando los pastores llevaban sus rebaños por las montañas pirenaicas. La trashumancia y las prácticas agrícolas han dejado su huella en el paisaje y en la cultura local, y hoy en día es posible ver todavía los caminos que utilizaban los pastores para mover su ganado. La Ruta de los Pastores es una de las rutas más populares para conocer este patrimonio, y recorre antiguos senderos utilizados en la trashumancia.
Además, los visitantes pueden explorar los ibones o lagos glaciares de la zona, como el Ibón de Acherito, situado en un paisaje de alta montaña que destaca por su belleza y su tranquilidad. Este lago es accesible a través de una ruta de dificultad moderada, que ofrece vistas espectaculares del entorno alpino y es perfecta para quienes desean un contacto directo con la naturaleza.
Gastronomía tradicional del Pirineo aragonés
La gastronomía de Ansó es una expresión de la vida rural y de montaña del Pirineo aragonés, con platos contundentes y sabrosos que se elaboran con ingredientes de la zona. La carne de caza es una de las principales propuestas de la cocina ansotana, y se utiliza en guisos y estofados que son perfectos para los fríos inviernos. También, son populares el cordero a la brasa y las truchas frescas de los ríos cercanos. En otoño las setas, muy abundantes en esta zona, se convierten en protagonistas. También es muy habitual el queso y el requesón.
Entre los platos tradicionales destaca la sopa de ajo con huevos, un plato energético que es típico de las zonas de montaña. Otro clásico son las migas del pastor, un plato a base de pan, chorizo y pimientos que solían comer los pastores durante sus largas jornadas en la montaña.
Además de los bares y restaurantes en esta zona existen las bordas, casas de comidas alejadas de los núcleos urbanos que ofrecen comida típica de la zona, con productos de calidad y a precios asequibles. Sin embargo, es imprescindible reservar previamente.
Un pueblo para todas las estaciones
Ansó es un destino que ofrece actividades para cada estación del año. En invierno, el valle se cubre de nieve y se convierte en un lugar ideal para el esquí de fondo y las rutas con raquetas. La cercanía a estaciones de esquí permite también la práctica de deportes de nieve, aunque muchos visitantes prefieren disfrutar de la tranquilidad del pueblo y de sus paisajes invernales.
Foto: Ayuntamiento de Ansó (Huesca)
En primavera y verano, Ansó se llena de color y vida, con rutas de senderismo, excursiones a los ibones y actividades al aire libre. Es la época perfecta para recorrer el Parque Natural de los Valles Occidentales, ya sea en busca de las cumbres o explorando los frondosos bosques y praderas. Otoño, por su parte, ofrece un espectáculo visual en la Selva de Oza, cuando las hojas de hayas y abetos se tiñen de tonos rojos, ocres y dorados.