Muchas personas creen que reducir el azúcar añadido al café o al zumo es una forma efectiva de mejorar su alimentación. Sin embargo, según la química y nutricionista Angela Quintas, centrarse solo en ese azúcar visible puede desviar la atención del verdadero riesgo: el azúcar que está presente en muchos alimentos sin que lo notemos.
La experta, el problema no es el azúcar que añades al café, sino "el azúcar oculto que se puede encontrar en algunos alimentos como puede ser el pan, los yogures o incluso en ese pavo o en ese jamón de york que compramos en pasado". Ese consumo invisible, dice, tiene efectos sobre la salud que no siempre se relacionan con el azúcar directamente.
Azúcar oculto en productos cotidianos
De alguna forma en lo que hace énfasis la experta es que muchas veces el azúcar se encuentra en productos que no identificamos como dulces, porque no tienen ese sabor, y algunos de los ejemplos más paradigmáticos podrían ser los panes industriales, las carnes procesadas o algunos platos preparados.
Además, Quintas advierte de los efectos que puede tener ese azúcar oculto: "Tener en cuenta que el azúcar lo que va a hacer es disparar vuestros niveles de glucosa en sangre, disparar vuestra insulina y esto va a hacer que se active una reacción que se llama lipogénesis, por la cual vuestro cuerpo convertirá ese hidrato de carbono en grasa".

Cuando lo “saludable” engaña
Sin duda alguna, este post de Quintas pone de relieve la importancia de acudir a los médicos y expertos a la hora de cuidar tu alimentación. Y es que, si no sabes de nutrición, es posible que te dejes llevar por productos comercializados como “saludables” o “bajos en grasa”, que dan una falsa sensación de seguridad, pero en realidad estan haciendo mal a nuestro cuerpo.
Igualmente es importante leer las etiquetas de los alimentos con detenimiento y familiarizarse con los diferentes nombres que puede recibir el azúcar en la industria, como jarabe de glucosa, maltodextrina o dextrosa. Y en caso de que no se te de bien leer las etiquetas, te cueste, o no lo entiendas, existen diversas aplicaciones que te permiten analizar el producto de forma fidedigna.

Elegir mejor para comer mejor
En definitiva, la principal recomendación de los expertos se centra en dar más protagonismo a los alimentos frescos y naturales, como frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y proteínas sin procesar. Este tipo de productos, además de aportar nutrientes esenciales, no contienen azúcares añadidos ni otros ingredientes ocultos que puedan afectar a nuestra salud a largo plazo. Reducir el consumo de alimentos ultraprocesados —como bollería industrial, platos precocinados, embutidos o productos etiquetados como “light” o “fit”— es uno de los pasos más eficaces para conseguir una alimentación más consciente.
El problema no está únicamente en el azúcar que vemos, el que echamos con una cucharita al café o al té. Lo verdaderamente preocupante, según señalan voces como la de Angela Quintas, es ese azúcar oculto que se encuentra en muchos alimentos que consideramos “normales” o incluso “saludables”. Está presente en salsas, panes de molde, cereales, yogures, zumos envasados y hasta en productos salados como el pollo marinado o los embutidos.
Por eso, tomar conciencia de nuestros hábitos de consumo se vuelve fundamental. Aprender a leer las etiquetas, identificar los nombres alternativos del azúcar y revisar la lista de ingredientes nos permite tomar decisiones más informadas. Elegir qué comemos no solo pasa por evitar añadir azúcar al café, sino por revisar de forma crítica todo lo que consumimos a lo largo del día, prestando atención a lo que muchas veces pasa desapercibido.
Adoptar una alimentación más equilibrada y saludable no implica hacer cambios drásticos de la noche a la mañana, sino ir incorporando pequeñas acciones que, con el tiempo, pueden tener un gran impacto en nuestro bienestar. Revisar el contenido de azúcar en los productos que compramos es una de esas acciones clave.