El imperio donde nunca se pone el Sol. Así es como se conoció -y conoce- al Imperio español que tuvo su mayor esplendor entre los siglos XVI y XVII. Por aquel entonces, el Imperio bizantino, también conocido como Imperio romano de Oriente, se expandía por buena parte del continente europeo, asiático y el norteafricano, pero ¿qué correlación tenía con la Corona española? Lo cierto es que existe un detalle que ha surcado por los libros de historia de refilón y que, de haberse producido un escenario distinto, el curso de los acontecimientos de España podría haber tenido un sinfín de desenlaces.

Contra todo pronóstico, y aunque pueda parecer sorprendente, resulta que el rey de España sería el legítimo heredero de este Imperio y, por ende, el monarca español sería el emperador de Roma. ¿En qué capítulo de la historia tuvo lugar este relevante acontecimiento? Cabe retroceder siglos y siglos atrás, cuando el último titular de la Corona del Imperio bizantino fue Constantino XI Paleólogo, quien murió en la batalla contra los turcos otomanos de Mehmed II en la defensa de la capital del Imperio, de Constantinopla, en mayo de 1453. Fue su sobrino, Andrés Paleólogo, quien se convirtió en el sucesor del basto Imperio tras morir su padre, Tomás Paleólogo -hermano de Constantino XI-. Este adoptó el título de ‘Imperator Constantinopolitanus’ en la época en la que huyó y se instaló en Roma bajo el yugo de los Estados Pontificios.

Al no poder hacerse cargo del título y tratando de buscar otro destino a su vida, Andrés Paleólogo buscó un firme comprador de los derechos de la corona bizantina. En un primer momento, fue Carlos VIII de Francia el que acordó ser el heredero del Imperio romano de Oriente en 1494; no obstante, antes de culminar la transacción, falleció cuatro años más tarde, en abril de 1498.

Finalmente, siendo este el punto que atañe directamente a la Corona española, Andrés Paleólogo murió en la pobreza en el año 1502, terminó por vender el título imperial a los Reyes Católicos: Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Una transacción que está consolidada históricamente y pese a que Andrés Paleólogo sí que tuvo descendencia: Constantino Paleólogo -quien sirvió a la Guardia Papal- y María -quién contrajo matrimonio con un noble ruso-. Ninguno de sus hijos se hizo con los títulos imperiales. Desde la era de los Reyes Católicos y con las generaciones que han pasado por la Corona española, ningún monarca ha reclamado en la historia de nuestro país el título de máximo emperador de Roma.

Esta consecución de hechos históricos en plena Edad Media transcurrió al tiempo que el Imperio español crecía y crecía a lo largo y ancho del mundo. En la Reconquista, los Reyes Católicos se hicieron con el reino de taifa de Granada -el último bastión de Al-Ándalus-, además de con bastos territorios del África continental. Aunque no fue hasta la expansión atlántica hacia América cuando el auge de la Corona española se hizo aún más acuciante.