En la Valencia de la década de 1950, la ciudad, aún marcada por las cicatrices de la posguerra y sometida bajo el yugo de la dictadura franquista, encontraba en el cine un oasis para escapar de los horrores cotidianos. No obstante, fue precisamente en un humilde cine local, situado en el corazón del barrio de Ruzafa, en la calle Sueca número 22, donde ocurrió uno de los sucesos más perturbadores y enigmáticos de la crónica negra valencia: el crimen del Cine Oriente.

Un descubrimiento macabro

Un día de junio de 1950, el inconfundible hedor a muerte comenzó a impregnar el aire del Cine Oriente. Lo que inicialmente se atribuyó a las ratas muertas por el veneno pronto revelaría una verdad mucho más sombría. En las proximidades del ferrocarril a Barcelona y en un solar cercano se descubrieron, en distintos momentos, partes de un cadáver humano, meticulosamente seccionado y dispuesto de tal forma que sería muy difícil de identificar. 

La policía, alertada por los vecinos que encontraron los restos e informada del insoportable olor que emanaba del cine, centró su investigación en el local. Tras el registro inicial se descubrió, detrás de la pantalla, una cabeza humana metida en una caja metálica de galletas, conectando definitivamente el cine con los macabros hallazgos.

Se desvelaba así un escabroso crimen que superaba con mucho cualquier guión de cine negro que pudiera haberse proyectado en el Cine Oriente durante aquellos oscuros años. La cabeza hallada era la pieza faltante de un rompecabezas macabro que nadie en Valencia podría haber anticipado.

Avanza la investigación: la sospechosa y el asesinado

Con la investigación centrada en el Cine Oriente, la policía trató de indagar toda la información posible sobre sus empleados. No obstante, fueron incapaces de localizar al conserje del local, Salvador Rovira, lo que levantó sospechas y se barajó la posibilidad de que el cuerpo desmembrado que se había hallado fuera el suyo.

Siguiendo las pistas, aparece en escena otra empleada del cine, la limpiadora María López Ducós, que convivía con Salvador en el local y que además era su pareja sentimental. El comportamiento de María tras el hallazgo de los restos, que incluyó un intento fallido de encubrir el olor que impregnaba el cine con espliego y una actitud poco colaborativa durante los registros policiales, la llevó a convertirse en la principal sospechosa del crimen.

La vida de María estuvo marcada por la adversidad y la lucha en un barrio obrero, pero sobre todo por la relación violenta que tuvo con Salvador. A los ojos de todos, su vida de pareja y su trabajo en común parecían transcurrir con normalidad. Sin embargo, bajo esa aparente tranquilidad se ocultaban malos tratos y conflictos que acabaron en tragedia.

La detención, la confesión y la condena

La meticulosa investigación policial desembocó finalmente en la detención y confesión de María. Una riña, un empujón fatal y una serie de malas decisiones llevaron a la limpiadora del Cine Oriente a descuartizar el cuerpo de Salvador, en un intento vano por ocultar su crimen. María relató cómo, en la soledad de su desesperación, disfrazó y dispersó los restos de quien fue su compañero, en un intento por borrar toda evidencia del asesinato.

María López Ducós fue detenida y condenada por homicidio tras cometer el crimen del Cine Oriente.

María López Ducós fue detenida y condenada por homicidio tras cometer el crimen del Cine Oriente.

El asesinato no fue premeditado: la noche del incidente lo que comenzó como otra discusión entre ellos, escaló a un desenlace fatal que nadie, ni siquiera la propia María, podría haber anticipado. Su reacción ante el inesperado giro de los acontecimientos fue impulsiva y desesperada, considerando el desmembramiento del cuerpo y esparcir los restos por diferentes puntos de Valencia como intento frenético por borrar las huellas del crimen que acababa de cometer.

El juicio de María López Ducós se convirtió en un acontecimiento que capturó la atención de toda Valencia y gran parte de España. Condenada a seis años y un día por homicidio, más cinco meses de arresto y multa de cinco mil pesetas por inhumación ilegal, María cumplió condena y después vivió en el Barrio del Carmen el resto de sus días. 

El legado del crimen del Cine Oriente

El crimen del Cine Oriente dejó una huella imborrable en Ruzafa. El local, intentando despojarse de la sombra de este suceso, cambió de nombre en varias ocasiones antes de cerrar definitivamente. Sin embargo, la memoria del crimen ha permanecido en el tiempo hasta convertirse en una leyenda urbana que aún se susurra en las calles del barrio.

En la actualidad, el restaurante Casa Amadeo ocupa el lugar donde una vez estuvo el Cine Oriente. Dentro de sus paredes, un pequeño recorte enmarcado sirve como mudo testigo del trágico suceso, conectando a las nuevas generaciones con un pasado que, aunque oscuro, forma parte de la historia de Ruzafa. 

Adaptación al cine de un asesinato real

Cartel de la película de 1997 'El crimen del Cine Oriente' de Pedro Costa. Just Watch

Cartel de la película de 1997 'El crimen del Cine Oriente' de Pedro Costa. Just Watch

La película 'El crimen del cine Oriente', dirigida por Pedro Costa en 1997, se basa en los hechos reales que acabamos de relatar. La trama sigue a Salvador y María, dos personajes marcados por la desgracia que se encuentran por casualidad cuando María, recién despedida de su empleo, busca refugio de la lluvia en el cine Oriente, donde Salvador trabaja. A pesar de sus esfuerzos por empezar una vida juntos, se ven envueltos en una espiral de fracaso, frustración y mala suerte. La película protagonizada por Anabel Alonso y Pepe Rubianes, tiene un guión coescrito por Pedro Costa, Manolo Marinero y Javier Tomeo, basado en una novela de Tomeo que, a su vez, se inspira en el trágico crimen del Cine Oriente​.

El crimen del Cine Oriente refleja la complejidad y la oscuridad que pueden esconderse tras la fachada de la cotidianidad. En el corazón de Valencia, la historia del Cine Oriente permanece como un recordatorio de que la realidad a menudo supera a la ficción y de que los misterios más profundos pueden encontrarse fuera de las pantallas del cine, en las sombras de nuestra propia naturaleza humana.

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