El sureste de la Península se encuentra bajo la influencia de una fuerte concentración de polillas gigantes. Aunque no se trata de un fenómeno inédito y tiene precedentes, la intensidad con la que han llegado estos insectos de gran tamaño a ciudades como Murcia, Albacete, Castellón, Cuenca o la capital, Madrid, ha provocado el estupor en muchos ciudadanos que no saben qué hacer ante estos insectos, tan grandes que parecen pájaros pequeños.

Aunque el término 'plaga' es muy jugoso, los expertos insisten en que no estamos ante una en el sentido estricto de la palabra, sino que se trata simplemente de un fenómeno biológico cíclico debido a que esta primavera ha sido especialmente húmeda. Este fenómeno ha llegado en esta ocasión con mucha intensidad y antes de tiempo: ocurre, por ejemplo, todas las primaveras en Murcia, pero esta vez ha cambiado el momento y la intensidad con la que ha llegado, ya que las condiciones meteorológicas han favorecido un fuerte aumento poblacional.

Por su parte, el Servicio de Zoonosis del Ayuntamiento de Murcia ha señalado que ha recibido muchos avisos vecinales durante los últimos días, y en las redes sociales se han compartido muchas imágenes y vídeos de personas que se topan con estos insectos en casa o en la calle. Es en los espacios cerrados donde se aprecia especialmente su tamaño.

 

 

 

 

La noche, su hábitat natural

Todos hemos vivido una experiencia común: ver una sombra revoloteando por la noche y no darse cuenta muy bien de lo que es hasta que pasan unos segundos. En el caso de las polillas gigantes, su gran tamaño y su vuelo errático pueden hacerlas confundibles con murciélagos o cucarachas voladoras.

Además, que aparezcan en masa es normal: la combinación de lluvias abundantes en abril y temperaturas elevadas a finales de mayo crea un entorno ideal para que se reproduzcan. Del mismo modo, muchas de ellas vienen del norte africano, donde crían para luego migrar hacia el norte con la subida de las temperaturas, pasando por la Península Ibérica antes de continuar su rumbo hacia el resto del continente. La Autographa gamma, por ejemplo, es conocida por aprovechar los vientos del sur para avanzar cientos de kilómetros en pocos días.

No son peligrosas

La primera reacción que surge al ver un insecto de esta clase es el susto o la alarma, pero son inofensivas. No pican, no transmiten enfermedades y no se alimentan de ropa como otras especies como la polilla de la ropa, que puede deteriorar alguna prenda si contiene restos de sudor o de piel. Sí pueden afectar potencialmente a personas con alergias, causando reacciones, por lo general, leves. Además, las larvas de algunas especies pueden infestar alimentos mal almacenados o expuestos.

Ante su presencia, se pueden tomar diferentes medidas: aromas como la lavanda, la menta o el laurel resultan desagradables para la mayoría de especies. Colocar bolsitas con estas plantas en armarios y cajones puede servir como repelente natural. Precisamente sobre ello es conveniente conocer otra cuestión: durante mucho tiempo se pensó que estos insectos eran atraídos por la luz, pero en realidad lo que les atrae son los olores: ropa usada, alimentos, productos de limpieza... en las casas, como se mezclan muchísimos olores, las polillas interpretan estos espacios como alimento o cobijo.

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