Todo el mundo nos podemos caer al suelo en cualquier momento de la vida, ya que es un accidente bastante común. Sin embargo, conforme nos vamos haciendo mayores, lo cierto es que la posibilidad de caernos al suelo no solo es más alta a causa del comprensible deterioro de nuestro cuerpo, pero es que además las consecuencias de dicha caída pueden ser peores.
Por este motivo, mantenerse activo y saludable para las personas mayores de 65 años es muy importante ya que te va a permitir evitar que haya caídas y también puede conseguir que si esta sucede las consecuencias no sea tan malas.
Una propuesta que puede ser muy interesante y que se adapta muy bien incluso con personas no tan habituadas al ejercicio físico es el entrenamiento en piscina climatizada con rutinas diseñadas para trabajar el equilibrio.
Y es que entorno acuático ofrece flote y resistencia al mismo tiempo, lo que permite practicar movimientos intensos sin impacto negativo en las articulaciones y sin cansarte demasiado.
Cómo funciona el método en la piscina
Las sesiones se realizan en agua a la altura de los hombros. Allí el cuerpo pesa menos, pero cada gesto encuentra resistencia. Esto facilita ensayar cambios de peso, pasos controlados y movimientos coordinados de brazos y piernas.
Las secuencias se inspiran en prácticas de movimiento lento y consciente. El ritmo pausado ayuda a mantener la postura, mientras la respiración acompaña y libera tensión. Gracias a la flotación, los participantes logran un rango de movimiento mayor y sin dolor brusco en caderas, rodillas o tobillos.
El aprendizaje es progresivo: primero se incorporan patrones simples con los brazos y respiraciones profundas; luego, posiciones de pie que alternan bases estrechas y amplias para retar la estabilidad. Estas variaciones reproducen las situaciones de la vida diaria que suelen provocar tropiezos: giros rápidos, superficies irregulares o cambios de peso inesperados.
Beneficios físicos y mentales
Cada secuencia involucra la musculatura del tronco, las caderas y la espalda. Los tobillos aprenden a corregir la dirección del cuerpo y la reacción se vuelve más rápida. Al mismo tiempo, disminuye el miedo a caer, ya que el agua reduce los riesgos.
El trabajo de resistencia fortalece pantorrillas, muslos y glúteos sin castigar las articulaciones. La confianza crece con la práctica, y los avances en la piscina se trasladan a la vida diaria: pasos más firmes, giros más seguros y mayor control en los desplazamientos.
Para Inma Santes, este ejercicio con piscina "es más accesible para personas con limitaciones físicas, gracias a la flotabilidad del agua, y es una opción excelente para personas mayores y pacientes con daño neurológico o dolor crónico”, asegura a Cuidat Plus.
Por su parte, Rosa Mejide explica en declaraciones al mismo medio que "el agua ofrece una resistencia constante en todas las direcciones. Esto fortalece la musculatura de forma suave y segura, sin impacto. También se aprovecha la flotabilidad para descargar peso de las articulaciones”.
Recomendaciones de práctica
Los especialistas sugieren comenzar con supervisión profesional. Las clases colectivas aportan motivación, mientras que las sesiones individuales permiten ajustes personalizados. Personas con prótesis articulares, dolor crónico o problemas de equilibrio también pueden participar, adaptando los movimientos a su situación.
La rutina se complementa con hábitos sencillos: llegar hidratado, usar calzado antideslizante en la piscina, calentar con respiraciones suaves y llevar un registro de los progresos. Ejercicios adicionales en el agua, como caminar en distintas direcciones, levantamientos de piernas junto a la pared o remos con bandas elásticas, potencian los resultados.
De la piscina a la vida diaria
Lo ideal son dos o tres sesiones por semana, combinadas con prácticas suaves en casa, como sentarse y levantarse de una silla o elevaciones de talones. Mantener los pasillos despejados, usar calzado firme y colocar luces nocturnas también reduce riesgos.
El seguimiento con fisioterapeutas o instructores garantiza que la técnica se mantenga correcta y que el plan se ajuste al estado físico de cada persona. Con el tiempo, los mayores pueden avanzar hacia entrenamientos más autónomos y seguros.
Un entrenamiento para ganar independencia
Las caídas no son una consecuencia inevitable del envejecimiento. El ejercicio en agua caliente ayuda a que el cuerpo se adapte, la respiración acompañe el esfuerzo y la mente mantenga la calma. Con práctica constante, las personas mayores pueden reforzar su equilibrio y conservar su autonomía en la vida cotidiana.