Las afinidades personales, en política como en los negocios explican muchas veces la toma de decisiones en los gobiernos, en las empresas y en las demás actividades humanas.

Está claro que José Luis Rodríguez Zapatero, de izquierdas, y el francés Nicolás Sarkozy se quieren como en su día se amaban Felipe González, de izquierdas y el alemán Helmund Kohl, de derechas.

“Pídeme lo que quieras, pero méteme en el G-20” – le rogó nuestro presidente al francés en la seguridad de que este no podría negarle ese favor a su colega y sin embargo amigo.

Ayer, en el Consejo Europeo celebrado en Bruselas, el presidente francés volvió a portarse con el español como un amigo al diferenciar la situación económica española de la italiana.

Había razones objetivas para ello pero nadie le pedía una declaración tan escasamente diplomática, que podía molestar al otro colega, aunque no tan amigo, Silvio Berlusconi.

Aunque las afinidades ideológicas también cuentan y el francés alabó tanto los "enormes esfuerzos" del presidente español como  la "responsabilidad" del líder de la oposición, Mariano Rajoy.

Nicolás Sarkozy  expresó sus elogios en una rueda de prensa en la que le acompañaba Ángela Merkel, quien guardó un silencio ominoso.

Recuérdese que la canciller alemana había reclamado el pasado sábado al gobierno español nuevos ajustes. "España – advirtió - ha hecho mucho, pero probablemente tendrá que hacer mucho más para restaurar la confianza de los mercados".

La Moncloa replicó irritada que España ya había tomado todas las medidas precisas para cumplir religiosamente con el objetivo del déficit que este año debe reducirse al 6 por ciento del Producto Interior Bruto.

Pocos gobiernos han llegado en realidad tan lejos como reducir el sueldo de los funcionarios y congelar las pensiones.

Al concluir el Consejo Europeo,  Zapatero ha agradecido el piropo y ha resistido la tentación de expresar su disgusto por anteriores posturas de Rajoy pues, ha explicado lo “respetuoso que es con la elegancia política”

Ángela Merkel actúa pensando en las próximas elecciones en su país que pintan en negro pero late en el fondo cierto resentimiento histórico hacía su colega hispano.

En las elecciones alemanas Zapatero cometió la indiscreción de descartar a Ángela Merkel como ganadora teniendo, poco después, que saludar con gesto de circunstancias a la nueva canciller.

José García Abad es periodista y analista política