La fragmentación, la irrupción de la ultraderecha y la presencia de presos preventivos en el hemiciclo generaron un pleno de constitución del Congreso inédito. La nueva presidenta, Meritxell Batet, tuvo que enfrentarse a un escenario difícil y estuvo a la altura.

Todo empezó muy temprano, con la llegada de los diputados de Vox a las 7:15, casi tres horas antes del inicio del pleno, para comportarse como Pedro por su casa. Como niños de escuela primaria, querían trolear al PSOE y a Pedro Sánchez allanando los escaños en los que habitualmente se sientan los socialistas. Querían la foto detrás del Presidente, vaya a saber por qué. Quizá querían poner los dedos en posición de cuernos, para después mostrar la foto a sus amiguetes. Todo muy infantil, pero el plan okupa de Vox tiene lugar en el mundo de los adultos, en el que nos jugamos demasiado.

La performance no acabó allí. Cuando los diputados independentistas prometían el cargo, los del partido ultra golpeaban las mesas para que no se escuchara a quienes tienen ideas diferentes a las de ellos. Quizá sea una buena muestra de cómo entienden la democracia Santiago Abascal y los suyos. Es decir, no la entienden, no la comparten y la boicotean.

La respuesta de Pedro Sánchez fue: “El Congreso no es un ring de boxeo, es la casa de la palabra”. Esa palabra es la que niegan los antidemocráticos.

Entre los ultras sentados detrás del Presidente, asoma Iván Espinosa de los Monteros y de Simón, de familia noble e hijo de Carlos, que durante el gobierno de Rajoy presidió lo que Vox llama un chiringuito, el alto comisionado para del Gobierno para la Marca España. También está el ídolo con pies de barro, Santiago Abascal, que presidió otros chiringuitos y que ha colocado a su familia en las listas de su partido. Y, claro, no podía faltar Javier Ortega Smith, el admirador de José Antonio Primo de Rivera. Afortunadamente, para equilibrar, el diputado socialista catalán José Zaragoza tuvo reflejos suficientes para sentarse en un escaño vacío que había entre los ultraderechistas y se cargó el plan okupa de Vox.

Sería bueno que en la derecha hubiera más Ana Pastor y menos Casado, Rivera y Abascal

Tampoco parece enterarse mucho Albert Rivera, a quien dio un buen repaso Meritxell Batet, que en su nuevo rol de presidenta del Congreso mostró carácter, solvencia y conocimiento de las leyes, ante el show del líder de Ciudadanos. Pero el espectáculo de Rivera no acabó allí. Siguió al día siguiente en los micrófonos de la Cadena de los obispos, COPE, su cadena amiga, en los que llamó con cínico eufemismo, indecente a Batet y mafioso a Sánchez. Dar voz a los representantes de Ciudadanos está bien, pero la emisora de la Conferencia Episcopal debería posicionarse ante los insultos al presidente del Gobierno y a la presidenta del Congreso. Lamentablemente, hasta ahora, no ha afeado ninguna salida de tono a su periodista estrella, Carlos Herrera, ni a sus invitados.

También se libró otra guerra, no tan explícita pero no menos importante. Es la que libraron Albert Rivera y Pablo Casado para liderar la oposición. En el primer pleno ya produjo una batalla que puede tener dos lecturas. Rivera le ganó a Casado al reaccionar contra los independentistas. Casado se calló, no porque le gustara el silencio, sino para no para ir a rebufo del líder naranja. Se podría decir que, a ojos de la derecha reaccionaria, el primer asalto lo ganó Rivera. Pero, a ojos del votante, quizá ganó Casado. Por omisión, claro.

Las tres derechas tienen mucho que aprender de la ex presidenta popular del Congreso, Ana Pastor, que sí demostró talla política y responsabilidad, escribiendo: “Felicidades a Meritxell Batet por su nombramiento como presidenta del Congreso. Sus éxitos serán los de todos los españoles”. Sería bueno que en la derecha hubiera más Ana Pastor y menos Casado, Rivera y Abascal

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com