Es una pena que ya haya terminado la campaña, porque dura dos días más y Mariano les cuenta con pelos y señales lo que tenemos preparado para el país. Pero casi mejor que sea así, una sorpresa. ¿Recuerdan cuando los padres esperaban a la puerta del paritorio, antes de que se inventaran las ecografías, la salida del médico con la noticia de si era niño o niña? Pues nuestras medidas las van a recibir ustedes con la misma emoción.
Imagino la sala de espera de los emprendedores, fumando nerviosos unos puros habanos (dentro y no a doscientos metros del hospital) y a Mariano saliendo con su bata blanca, sonriente. “Y que don Mariano, ¿qué ha sido?, que estamos en ascuas”. Mariano se acerca a ellos, manteniendo durante unos instantes la emoción del momento y tomando aire, para darle aún más énfasis, les deja ir la noticia tantos años esperada: “Despido libre amigos míos, acaban de tener ustedes un precioso y hermoso despido libre”.
También puedo imaginar la misma escena en otra sala, esta vez de hospital público, el humo del tabaco de liar inundando un ambiente cargado de tensa espera. Un parto largo y doloroso, sin epidural (que no está el país para gastos superfluos) los rostros de los padres sindicales dando muestras de cansancio. Esta vez don Mariano prefiere dar la noticia en grupo, utilizando desde su despacho la megafonía de la sala: “Siento comunicarles que su presencia en esta sala ya no es legal, las noticias del parto y de lo que de él se devenga, les serán comunicadas personal e individualmente a cada uno de los afectados. En mi nombre y en el del gestor privado del hospital les ruego lo desalojen. Gracias”.
Pero todo esto será a partir de mañana, no quiero entretenerles más con mis tórridos sueños. Quizá alguno de ustedes aún no haya ido a votar a Mariano y no querría yo ser motivo de dispersión. Vayan, vayan, no lo dejen para el último momento, no vayan a arrepentirse.
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