Mariano Turégano, de 82 años, dio esta semana en el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes, una clase magistral sobre las "virtudes" del sistema mixto público-privado, tan aclamado por los Ayuso's boys. Mariano resiste, más que vive, en una residencia para ancianos de San Sebastián de los Reyes, al norte de la capital. Es una de las muchas residencias que hay en nuestro país, construidas con dinero público y gestionadas por una empresa privada.

El señor Turégano detalló a los asistentes al pleno del ayuntamiento, las condiciones en las que viven él y sus compañeros. Comida deleznable, falta absoluta de privacidad, nulo control de los ancianos que padecen enfermedades mentales y que muchas veces son rescatados por la polícia perdidos por las calles de la ciudad y calor insoportable que ha llevado este verano a muchos de ellos al hospital por deshidratación. La causa de la mayoría de estos problemas es una desoladora falta de atención, que no obedece a una mala praxis general de los empleados de la residencia, si no a su precariedad laboral. Mal pagados y con largos turnos de trabajo por la insultante escasez de personal.

Cuenta el señor Turégano que en más de una ocasión en la residencia, donde viven 140 ancianos, sólo hay una enfermera de servicio, a la que le resulta imposible administrar las medicinas en el horario que les corresponde, lo que impide el correcto control de las enfermedades que padecen.

No se trata de un caso anecdótico ni, mucho menos, aislado, sino lo común. Como dijo Rodrigo Rato, faro de la política económica del gobierno de Aznar: "Es el mercado, amigo". No hay que tener un doctorado en economía, aunque algunos que lo tienen defienden este sistema, para llegar a la conclusión de que si el lícito objetivo de una empresa privada es ganar dinero, ésta hará lo que sea necesario para conseguirlo.

Para defender la gestión pública, los números que hay que hacer son tan sencillos, que me atrevo a afirmar que hasta Feijóo y Ayuso, con diez o doce años de profesor privado, serían capaces de entenderlos. Pongamos como ejemplo que los técnicos de la administración consideran que son necesarios 100 euros por anciano y día para una correcta atención. En el caso de una empresa pública, sin el handicap de tener que obtener beneficios, los dedicaría por completo a la prestación del servicio. Si una empresa privada dispone exactamente de esta misma cantidad de dinero por anciano y quiere obtener una rentabilidad de, mínimo, un 9 %, resulta evidente que los tendrá que restar  de los 100 euros que los técnicos consideran imprescindibles para la correcta prestación. Es decir, en el mejor de los casos, cada anciano perdería 9 euros al día, que irían, que van, en detrimento de su bienestar.

Lo que sirve para las residencias es igualmente válido para hospitales, colegios y cualquier servicio público que preste una empresa privada. Por supuesto, la derecha tiene una respuesta, siempre la misma, para esta cuestión: las empresas privadas son más eficientes que las públicas y con menos dinero obtienen mejores resultados. Esta falacia, que tanto arraigo tiene incluso entre algunos votantes de izquierda, tiene tanta base científica como la de los terraplanistas.

Según un estudio publicado por la prestigiosa revista internacional "Epidemiologia", en las residencias madrileñas de titularidad y gestión pública la mortalidad fue la más baja de todas las tipologías de centros, el 7,4%. En las residencias de titularidad pública pero con gestión privada (el caso de la residencia de Mariano Turégano), la mortalidad fue la más elevada de todos los modelos de titularidad y gestión: el 21,9%. En los centros 100% privados, es decir, de titularidad y gestión privadas con ánimo de lucro y sin plazas concertadas ascendió al 13,8%. Y, por último, en las residencias privadas con ánimo de lucro pero que tienen puestos concertados con la administración ―el grueso de las plazas disponibles, el 42%―, la mortalidad subió al 20,6%.

Es decir, por cada anciano que fallecía por covid en una residencia pública con gestión pública (esas que la derecha dice que son ineficientes) morían tres en las que paga el estado pero gestiona una empresa privada, dos en las que son completamente privadas y casi tres en las privadas con plazas públicas. Traspasen ustedes estos niveles de eficiencia al resto de servicios públicos que PP, VOX y C's quieren privatizar y se harán una idea de la debacle a la que nos quieren encaminar.

Mariano Turégano terminó su alegato con una advertencia para quienes aún no hayan entendido que lo que no resolvamos en el presente nos pasará factura en el futuro: "El tiempo es lo único que tenemos y pasa para todos. Esto es por nosotros, pero también por ustedes".