No me digáis que no son bonitas las historias de amor. Sobre todo esas en que uno de los dos se hace de rogar pero al final acaba cayendo rendido ante los encantos de la persona amada. La historia de Rivera y Rajoy es de esas. Tras una corta relación con el guapo del PSOE, y después de negar por activa y por pasiva que fuese a acabar con Mariano, Albert convocaba a todos los españoles a la hora de la siesta para gritar a los cuatro vientos, que sí, que está enamorado. Que pone sus condiciones, porque no es chico cualquiera, pero que es verdad que está dispuesto a entregarle su flor a Mariano.

Es de película:

Ni siquiera le ha impuesto diez Mandamientos como hice yo. Solo seis:

Y todos de lo mismo:

Hubo alguna condición que se echó de menos:

Los tuiteros sacaron un hashtag proponiendo otras para que hubiese más variedad:

Si es que al final no era tan difícil:

Es un chico listo, Naranjito:

Aunque tuviera que comerse sus propias palabras:

No digáis que no os avisé en julio:

Es un crack:

Y después del cambio de opinión y las condiciones, vino el deseado encuentro con el amado. ¡Que sigue igual que siempre!

¿Pero no era tan urgente?

Y ahora a esperar que Pedro no diga no. A mí me lo dijo tres veces, con eso os digo todo. ¡Hasta la semana que viene!