La guerra civil española fue bendecida como cruzada santa. Un a vez terminada, la Iglesia exigió cobrarse la ayuda que había prestado a Franco. Se consumó así la prostitución matrimonial Iglesia-Estado y entre ambos se dividieron el poder. Franco dispondría a su capricho de los cuerpos, encarcelando y matando a todo aquel que se opusiera a su mano férrea y la Iglesia ejercería la dictadura de las conciencias. Ninguna norma saldría a la luz por parte de la jefatura del estado sin ser bendecida con anterioridad por la jerarquía eclesiástica. Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera.

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