No era el mejor momento para la presentación de la nueva entidad en el mercado continuo pero nadie garantizaba el futuro advenimiento de un clima más favorable. Bankia pudo beneficiarse, eso si de algún alivio: se había moderado la prima de riesgo del bono español y ayer el mercado tuvo un buen día, en especial los bancos.

El resultado de la subasta, con una demanda inferior a otros lanzamientos, no daba lugar a la euforia pero se cubrieron los mínimos razonables. Bankia captó más de 3.000 millones de euros, el 60 por ciento entre 347.000 accionistas y el resto de distintos inversores institucionales. No creo que Rodrigo Rato, su presidente, esperara mucho más. De hecho se ha mostrado satisfecho: “Estar hoy aquí es en sí mismo todo un éxito” ha dicho buscando un canto para darse en los dientes.

Hay que reconocer a quien dirigiera la economía española con éxito durante todo el reinado de José María Aznar, y con resultados más discutibles el Fondo Monetario Internacional, ha levantado las alfombras de la entidad , que es lo que ahora se lleva, y ha mostrado urbi et orbe toda la basura acumulada en tiempos de su antecesor Miguel Blesa. No se si este hombre de éxito, de quien se esperaba que volviera a la política o, según algunos mentideros, a la presidencia del BBVA, había calibrado suficientemente el lío en el que se metía al asumir la máxima responsabilidad de una caja enferma casada con otras entidades en estado agónico.

Rodrigo Rato confía en que sabrá llevar el navío a buen puerto y ha apostado en ello 250.000 euros y ha conseguido que sus trabajadores de la entidad aporten su “cuota parte”. No será fácil pero al menos ha conseguido superar la primera prueba con un resultado razonable dadas las circunstancias.

Se dice que Mariano Rajoy, si llega a hospedarse en el Palacio de la Moncloa, pudiera hacer ministro a algún banquero. Las manifestaciones, muy políticas, formuladas últimamente por el presidente del BBVA, Francisco González, que le debe el sillón a Rodrigo Rato aunque se lo ha sabido ganar con una buena gestión, parecían indicar que se postulara para el cargo.

Rodrigo Rato no puede abandonar el barco recién fletado. Por otra parte no creo que este personaje que es un político por los cuatro costados aceptara ser segundo o tercero de Mariano Rajoy con quien compitió en el delfinato de Aznar con sobrados méritos. Otra cosa es que, si el gallego cumple el pequeño trámite de ganar las elecciones y fracasa en el intento, dentro de más de cuatro años con un Rato que tendría entonces 66 años, pudiera estar tentado a postularse.

José García Abad es periodista y analista político