La presidenta del FMI, de 56 años, se ha deslenguado recientemente diciendo que los problemas que tienen las sociedades del primer mundo son porque  los abuelos viven mucho. Ya saben, hay que pagarles pensiones, darles atenciones a su dependencia, a su salud... y eso es caro.

Dichas afirmaciones además de ser impresentables, carecen de ética y  de respeto a los mínimos derechos humanos de las personas. Son amorales e inhumanas. Seguramente la señora Christine Lagarde, presidenta de dicho organismo internacional, no tiene ningún problema de pensión. Tendrá su cuenta bancaria rellenita  y su sanidad más que cubierta.

Pero ¿y los demás?. Pues efectivamente ser viejo en España es muy duro. Las pensiones son raquíticas para la gran mayoría, las ayudas a la dependencia que se habían puesto en marcha en algunas comunidades, se están recortando y en otras como la Comunidad valenciana o la madrileña ni se llegaron a desarrollar. Y ya no hablemos de la sanidad.

Si usted se da un paseíto por los hospitales españoles verá que está repleto de mayores, por lo tanto son los que más van a sufrir los recortes.

Paralelamente a estos tres puntos tendríamos que hablar de los servicios sociales que antes daban los ayuntamientos, como ayuda a domicilio. Eso también se está recortando. Una situación injusta porque estas personas han trabajado y cotizado toda su vida.

Pero los ancianos que peor lo pasan de España son los valencianos. Dicha comunidad debe en  facturas impagadas  un importe de 4.069 millones. La deuda de cada valenciano es de 795 euros. La parte más importante de estas escandalosas cifras corresponden a sanidad y farmacia.

¡Y frente a esta dramática situación salta el gran escándalo!

El abuelo de todos los abuelos, el de la Infanta Leonor  ha montado un importante revuelo con sus aficiones aunque  éstas vienen de antaño. No es la primera vez que la Reina sale corriendo del país ante un devaneo del Monarca. Ya lo hizo hace muchos años a India, para  cobijarse bajo el manto de su madre llevándose a los tres retoños con ella, tras “pillarlo” con una señora.

Resulta duro el papel de esta mujer (por muy reina que sea) ya que siempre ha mantenido el tipo, ha trabajado mucho y correctamente, pero seguramente se ha sentido muy mal a nivel personal durante décadas. Ahora, a sus 74 años ha decidió ser ella misma y  optó por refugiarse  con sus hermanos en Grecia. La mujer necesitaba un respiro.

Mientras tanto, su marido cazaba elefantes con Corinna zu Sayn-Wittgenstein, una princesa divorciada de 46 años, que reside en Madrid, cerca de la Zarzuela y que lo acompaña habitualmente además de asesorarle en inversiones en los países árabes. Pero en el safari africano el Rey y Corinna no estaban solos. Les acompañan empresarios como el sirio Mohamed Eyad Kayali, residente desde hace años en España y financiador del viaje. Kayali es el representante de la casa real de Arabia Saudí en España y en medio del cortejo, un español : Alberto Cortina, una de las mayores mil fortunas del mundo, según la Revista Forbes.

“Amistades peligrosas”, parafraseando a la famosa película.

En cuanto a las cacerías es algo ya conocido por todos. El Rey y su hija Elena comparten esa afición y la ejercen cotidianamente en Botsuana o Ciudad Real (que es donde acuden habitualmente).

Por lo tanto si esto está mal ahora también lo estaba en los 80 o 90. No es una metedura de pata, como dicen algunos tertulianos, se viene metiendo desde el principio. Y ya a estas alturas no vale pedir perdón.

El tema es que con el tiempo nos vamos conociendo todos un poco más y lo que ha demostrado el abuelo de Leonor es que está muy lejano de sus súbditos españoles. Vamos, hablando en plata, que “pasa” de todo: de que los españoles lo estemos pasando mal, de los recortes, de la angustia por la falta de trabajo  y sobre todo de la inquietud hacia el futuro que nos viene, sin inversiones y por lo tanto sin movimiento económico.

Ese es el auténtico problema, que el Jefe del Estado no está a la altura de la ciudadanía española. Si eso sucediese con un presidente de la República, la solución estaría en no volverle a votar, pero como lo que tenemos aquí es una monarquía  lo único posible es una abdicación en su hijo.

Y sería bueno que algunos miembros de la realeza no saliesen diciendo  que hay “campañas” contra el Rey. La Familia Real no necesita a nadie para hundirse. Lo hacen muy bien ellos solitos. Entre los negocios de Urdangarin, las escopetas y frivolidades  de Marichalar y el propio abuelo haciendo de las suyas, son suficientes hechos como  para desprestigiar una alta  institución del estado. De momento se libra Don Felipe y Leticia que viven contenidos y expectantes.

Como se puede ver no todos los abuelos son iguales.

Mercè Rivas Torres es periodista y escritora