El gobierno de ERC y el PSC, primer partido de la oposición, han reeditado su acuerdo presupuestario. La Generalitat tendrá nuevos presupuestos para 2024 y la colaboración entre republicanos y socialistas se mantiene firme, favoreciendo la política de transversalidad en detrimento de la alineación por bloques impuesta durante el Procés. Este pacto se anuncia a los pocos días de darse a conocer que también en el Ayuntamiento de Barcelona habrá colaboración entre PSC y ERC en materia presupuestaria, a la espera de concretar un acuerdo de gobierno. Los Comunes deben decidir ahora si se suman al acuerdo, tanto en el Parlament como en la corporación barcelonesa, para completar las respectivas mayorías absolutas.

El acuerdo entre Pere Aragonés y Salvador Illa ya se dejó entrever en la última sesión de la cámara catalana, cuando el presidente de la Generalitat animó a los Comunes a dejar de lado su empecinamiento contra el parque del Hard Rock para asegurar unos presupuestos expansivos para Cataluña. El presupuesto catalán crecerá un 6,3% respecto al de 2023, lo que supone unos 2.400 millones. Los Comunes no han reaccionado de momento a la invitación. Mientras, ERC y PSC buscan fórmulas de disimulo literario para facilitar el voto del partido de Ada Colau y emiten un mensaje tranquilizador al gobierno de Pedro Sánchez: la colaboración va viento en popa.

El proyecto del Hard Rock en Vila-seca-Salou es una vieja historia de más de una década. Comenzó siendo un megaproyecto de media docena de casinos y hoteles y se ha transformado en una operación muy discreta (un hotel, un casino y un centro comercial), con una inversión de unos 700 millones y una previsión de 12.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos. El proyecto está empantanado en los trámites urbanísticos desde hace años y ya en 2023 el PSC exigió un empujón administrativo al parque como condición para votar aquellos presupuestos. El gobierno de Aragonés no cumplió para no incomodar en exceso a los Comunes que, además de oponerse al parque, también se negaron a apoyar otra de las exigencias socialistas, la tramitación de la autopista del Vallès o B-40, aunque en este caso no pudieron impedir la materialización del proyecto.

El PSC accedió a pactar los nuevos presupuestos a pesar del incumplimiento respecto del parque, porque a última hora el presidente de la Generalitat asumió por pasiva que la tramitación urbanística no podía retrasarse más, ni mucho menos enterrar el proyecto, so pena de pagar una cuantiosa indemnización a los promotores. Los ayuntamientos del área afectada por el Hard Rock y los empresarios de Tarragona respiraron y el PSC aceptó una formulación light del compromiso. Como sucedió con la B-40 con las cuentas de 2023, en los nuevos presupuestos no habrá un solo euro para el parque, permitiendo a los Comunes aceptar la ballena como animal de compañía.

Los grandes ejes del acuerdo PSC-ERC son el aumento del 10% del presupuesto de educación, el impulso de 4.000 viviendas públicas, la inversión de 1.040 millones en la gestión del agua para paliar la actual sequía y llegar hasta el 25% en el gasto de sanidad. Todas estas propuestas son perfectamente asumibles por los Comunes, pero resulta que, en esta ocasión, el partido de Colau está menos exigido que el año pasado para aceptar el acuerdo ERC-PSC. Al no detentar la alcaldía de Barcelona y no tener la urgencia de aprobar los presupuestos municipales en correspondencia pueden tensar algo más la cuerda con los republicanos y los socialistas. Además, Ada Colau está a la espera de que el alcalde Jaume Collboni resuelva sus dudas sobre la conformación de un gobierno municipal en el que no parece que los socialistas beban los vientos por contar con los Comunes, sus antiguos socios. Para los Comunes, la presencia en el gobierno de Barcelona se intuye imprescindible para mantener una visibilidad muy reducida desde las elecciones municipales.