Esta, ha sido una semana importante para las letras y la cultura andaluza. En primer lugar, porque Granada acogió la entrega del los XXVIII Premios Andalucía de la Crítica y, más tarde, en Lebrija, se celebraba un seminario entorno a la figura del humanista andaluz Elio Antonio de Nebrija, con la participación de la sección autónoma de ACE, y la propia Asociación andaluza de Críticos y Escritores. No vamos a hablar de ausencias, quien no se ha sumado es porque no ha podido, o no ha querido, pero el apoyo institucional, social e intelectual, ha sido tan grande, que el brillo de estos actos, que revelan la buena salud de las letras andaluzas, supera cualquier impureza, torpeza más bien, política. El Palacio de Carlos V de la Alhambra se convertía en sede de entrega de estos premios, por la acogida de la directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, Rocío Díaz. Gracias a la inteligencia y generosidad de su directora, este espacio emblemáticamente granadino se está convirtiendo en centro de vertebración cultural, no sólo turístico de la ciudad, con continuas exposiciones, actos, como este de la entrega de premios, presentaciones y conferencias.  

Contó, entre otras autoridades, con la asistencia del viceconsejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Víctor Manuel González, encargado de entregar el Premio en la modalidad de poesía a Diego Vaya, autor de “Pulso solar'”. El crítico Manuel Gahete fue el encargado de glosar la obra, y hacer una semblanza del autor, nacido en Sevilla, licenciado en Filología Hispánica, que ha obtenido numerosos premios con los poemarios anteriormente publicados. Es, según Gahete, “un autor poliédrico, capaz de hacer cosas muy diversas, y hacerlas bien”. La directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, Rocío Díaz, fue la encargada de entregar el Premio de Narrativa al granadino Miguel Ángel Zapata, profeta en su tierra, a pesar de vivir en Madrid hace muchos años. La obra, distópica, con el título “Nos tragará el Silencio”, y editada por Baile del Sol, describe el nacimiento y expansión de “La Hiedra”, gigantesca estructura estatal que avanza, sustituyendo de forma casi imperceptible los modos económicos, políticos, sociales y culturales de un sistema corroído por demasiadas crisis. Por generación, la del comic de los 70, me parece reconocer un guiño a la contracultura pop del Comic de Marvel, con grandes figuras como kirby, Ditko o Stan Lee, y su organización “Hidra”, que corrompe de totalitarismo el mundo con maneras aparentemente democráticas. En la modalidad de Relato, que entregó Francisco Cañadas, representante de la Fundación Unicaja, una de las entidades patrocinadoras de los galardones, el premiado fue otro granadino, Ángel Olgoso, que recibe este premio por segunda vez en la misma modalidad. Fue el anterior presidente de la Asociación de Críticos, el jienense Francisco Morales Lomas, quien hizo la presentación de la obra galardonada “Devoraluces”, que es un ejercicio de preciosismo del género de la narración corta, repleto de alusiones metaliterarias.  Para cerrar el acto, fue Remedios Sánchez, presidenta de la Asociación de Críticos, la primera vez que esta asociación es dirigida por una mujer, una intelectual y estudiosa literaria, quien entregó el Premio Ópera Prima a Joaquín Fabrellas por su primer libro de relatos “Césped seco”. Un premio que su autor recibía emocionado e irónico, al reconocer que, “aunque estaba encantado, era un poco raro recibir un premio “ópera Prima” en la cuarentena”.  Fue el poeta y profesor José Cabrera Martos el encargado de glosar la importancia de este libro “peligroso”, aseguraba,  en torno al número siete: siete partes, versos heptasílabos para encabezarlas. El autor agradeció un galardón que, afirmó, “es un sueño, aunque no tenga nada que ver con la solitaria vida del escritor”. Un acto brillante, en un espacio transido de historia y cultura, y con la presencia de todos los medios, en especial del más fiel periodista granadino al servicio de la cultura en la ciudad, José Antonio Muñoz.

Ya durante el fin de semana, se producía, como he dicho, en Lebrija, un seminario entorno a la figura del humanista andaluz Elio Antonio de Nebrija, conmemoración del V centenario de la muerte del insigne humanista andaluz, que inauguraran hace unas semanas los Reyes. Se hizo coincidir con la Asamblea de la ACE en su sección autónoma de Andalucía, y dar a conocer el fallo del Premio Elio Antonio de Nebrija de las Letras Andaluzas de este año,  máxima distinción literaria en reconocimiento de la obra y trayectoria de un autor andaluz, que en esta ocasión ha recaído en la poeta sevillana Julia Uceda. Sucedía el día de su cumpleaños, 97 espléndidos años, y en la figura de una escritora que fue la primera mujer de su generación poética, la del 50, en recibir el Premio nacional de Poesía en democracia. Muchas emociones y reflexiones entorno al insigne gramático, poeta, humanista, Elio Antonio de Nebrija que, a pesar de sufrir los ataques y persecución de los que no veían bien en su tiempo que un andaluz, sospechosos siempre de no ser sangre limpia a ojos de la inquisición, más cuando en su caso se sabía que era judío converso, es responsable de la primera Gramática de nuestra lengua.

Todavía hoy el prejuicio contra lo andaluz y los andaluces colea, con chistes fáciles y clichés, aunque se nos deba, no sólo la primera gramática de lengua vulgar del mundo, y por supuesto del castellano, sino además algunas de las figuras más importantes y reconocibles de nuestra cultura, como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Manuel de Falla, incluyendo dos de nuestros pocos premios Nobel, como Juan Ramón Jiménez o Vicente Aleixandre.  En ese prejuicio contra los andaluces y lo andaluz, no nos engañemos, sigue subyaciendo el resquemor histórico de venir de muchas culturas anteriores o coetáneas, que tanto han enriquecido el español y nuestra cultura, pero que sigue levantando suspicacias a los inquisitoriales y rancios planteamientos mesetarios de algunos. Aun así, Andalucía y su cultura, sin complejos ni pleitesías, sigue dando frutos incontestables, universales, y libres. El que tenga oídos que oiga.