Todavía hoy, hay periodistas que analizan cómo fue la entrevista televisiva con el presidente Rajoy. No vale la pena: da exactamente igual. Lo importante sería saber si Mariano Rajoy ha decidido hablar claro a los españoles. Como esta conclusión sigue siendo negativa, la entrevista daba y da igual.

En una España en una crisis económica e institucional del calibre de la que estamos viviendo, sólo debería interesarnos si todos nos damos cuenta de lo que estamos viviendo. Nosotros, no Rajoy.

Ya sé que las cosas trascendentales tardan algún tiempo en calar entre los ciudadanos. Pero aviso a los que me quieran leer: se avecina un temporal político (que no lo tomamos todavía en serio) que se va a añadir al económico (que empezamos a saber que es serio, pero todavía no lo tomamos en serio).

Temporal económico: requiere decisiones importantes para adaptarnos a los nuevos tiempos de menos recursos económicos. ¿Para todos y para todo? Pues aquí hay algunas diferencias políticas. Pero que hay que reducir lo que hacemos, no tiene alternativa.

Temporal político: una mayoría absoluta en un parlamento democrático puede ser que no consiga que nadie le haga caso. Ni algunos presidentes autonómicos ni algunas sociedades casi enteras: Extremadura y Cataluña son dos casos que hay que analizar. Extremadura propone modestas alternativas y Cataluña propone separarse de España.

¡Pobre Mariano Rajoy! se creyó que le eligieron para gestionar un disparate puntual de Zapatero y se encuentra con que se le va de las manos toda la economía de España y -atención- también España.

Seguramente que algunos piensan que lo que hay que hacer ahora es apretar las tuercas políticas a Rajoy; lo entendería por mentiroso y cobarde, pero os pido a todos que pensemos en los ciudadanos españoles: no se merecen un debate desordenado y sin salida. Es la hora de encuentros y centros de meditación.

España está en la hora del enfado, la reivindicación y el distanciamiento: pasa siempre que falta dinero en cualquier colectivo. Pero tenemos que olvidarnos del minuto y pensar en el año.

Los disparates que hagamos todos en época de crisis y de cobardías, los pagaremos o los pagarán nuestros hijos cuando la normalidad (la que sea y conseguida por los de aquí o los de fuera) llegue, que llegará.

Que Mariano Rajoy sea un torpe ante los problemas de España no quiere decir que todos tengamos que ser torpes. Hay ideas, hay debates: habrá soluciones. Seguro.