Mi familia y mis inicios profesionales están ligados a Huelva; esa curiosa provincia, plena de placeres atlánticos y serranos, tan desconocida aún, más allá del tópico del jamón y la gamba. Allí llegué en 1979 para iniciar mis prácticas en el desaparecido Diario Odiel. En la capital, apenas éramos 15 periodistas por aquel entonces y todos nos conocíamos. El tiempo pasó y volví a Huelva como director de Canal Sur en 2007 y la familia había crecido mucho. Más de 150 periodistas poblaban los medios locales y provinciales. Hoy superan los 250 y déjenme que les diga una cosa: me dan una lección diaria de compañerismo y buen hacer periodístico.

No; no es que la Asociación de la Prensa sea un bastión inexpugnable o que el Colegio de Periodistas abandere la lucha por la mejora de la información. No; no es que haya un grupo de irreductibles que resisten como en la aldea gala. Es simplemente que a alguien se le ha ocurrido algo tan sencillo como crear un grupo de WhatsApp, llamado “Prensa Huelva”, donde actualmente estamos 260 periodistas, de todo pelaje y circunstancia. Veteranos y novatos, jubilados y hasta residentes ahora en otras provincias; todos nos mantenemos ahí porque es donde verdaderamente se toma el pulso de la realidad onubense. Donde sabrás el primero qué está ocurriendo en cualquier punto de la provincia.

Que te hace falta el teléfono de un alcalde; al grupo. Que quieres difundir una nota de prensa con urgencia; al grupo. Que ha habido un accidente de tráfico y alguien ha obtenido las primeras fotos; al grupo. Que si alguien conoce a tal o cual artista que acaba de sacar disco; al grupo. Todos los días se mueven decenas de envíos y me sorprende la horizontalidad del mensaje. Todos contribuyen cuando es necesario y basta con un “gracias” que puede haber resuelto la crónica del día para tal o cual reportero.

No detecto envidias ni rencores. Al contrario. De vez en cuando, muchos coinciden en algún sarao y comparten en el grupo la felicidad de estar juntos. Me pregunto qué pasaría si funcionase así un grupo global en Madrid, o en Sevilla. Ya sé que el que más o el que menos está en algún grupo concreto y se ayudan entre colegas, pero sólo en Huelva he visto poner por delante el interés general del periodista de base, del currante diario, por encima de muchos otros intereses, entre ellos el de marcarse una mini exclusiva, que solo sirve para alimentar el ego un par de minutos.

Presumo que la clave del éxito, como pasa siempre en los grupos de WhatsApp, es que hay unos administradores que están al tanto y animan a la respuesta rápida cuando surge la necesidad. No hace mucho, alguien puso en el grupo el vídeo grabado por un vecino de un incendio en una de las fábricas del Polo Químico. Era de noche y aquello parecía serio. En 5 minutos supimos que había ardido una grúa, que se había controlado el fuego rápidamente y que, felizmente, no había heridos. Asunto concluido. Esa contundencia ha generado seguridad en los informadores. Hoy por tí mañana por mí y aquí salimos todos ganando.

No, no creo que en Madrid funcionara este sistema. Demasiados intereses partidistas y demasiados egos que administrar, que es lo peor que tiene esta profesión. En Sevilla probablemente tampoco funcionaría, porque todavía —y ya llevan años y años— muchos periodistas de engolado postureo pugnan por sustituir el liderazgo de Antonio Burgos, sin darse cuenta de que el fallecido no tenía parangón ni había posibilidad alguna de estar a su altura, porque fue único. A fuerza de mirarse el ombligo, han perdido el norte. Viva Huelva.