El pasado sábado, en el marco del “Hay Fórum Festival”, en Sevilla, tuvimos ocasión de escuchar a Pepa Bueno, directora de El País; Carlos Franganillo, director de Informativos en Telecinco y a Rafa Latorre, director y presentador del programa de Onda Cero “La Brújula”; moderados por Teodoro León y con la siguiente pregunta para centrar el debate: “Periodismo: ¿estado crítico?”.

Ante un auditorio algo escaso (la entrada costaba 8 euros y comenzó pasadas las 13.30, en una esplendorosa mañana primaveral que invitaba a otros placeres) el protagonista indudable fue el expresidente norteamericano Donald Trump y su particular visión de la verdad, desde que, recién llegado a la Casa Blanca, en enero de 2017, su equipo creara el concepto de “Hechos Alternativos” para acomodar la verdad a su propia visión y contarla de acuerdo a sus principios e intereses. Los 3 contertulios se centraron en glosar las amenazas que llegan del otro lado del Atlántico y el peligro latente de que Trump vuelva a ganar en noviembre las elecciones presidenciales, con la diferencia que ahora ya sabemos a qué nos exponemos, cosa que no ocurrió en 2016, cuando nadie creía que los norteamericanos apoyarían a tan singular personaje.

Los minutos pasaron y el candidato presidencial siguió centrando el debate, con escasas referencias a nuestro país, salvo la crisis económica que a todos afecta y la inexistencia de un código de buenas prácticas en la profesión periodística, lo que abre la puerta a espectáculos poco constructivos. Solo al final, Pepa Bueno comentó lo ocurrido horas antes con el jefe de gabinete de la presidenta madrileña, que había amenazado a una periodista del cierre de su medio. Y así nos fuimos, pasadas ya las 14.30, con la sensación de que los tres invitados habían viajado a Sevilla a cubrir un expediente, sin meterse en demasiados líos.

El moderador emuló de alguna manera a determinada clase política, pues no hubo opción a que los asistentes pudieran hacer preguntas; de modo que se quedaron en el tintero algunas, ciertamente oportunas. Por ejemplo: ¿No creen ustedes que el trumpismo ha hecho mella en los medios de comunicación españoles, de modo que cada cual cuenta sus “hechos alternativos” como si fueran ciertos, despreciando el resto de las opiniones? ¿No piensan ustedes que, precisamente por ese comportamiento, las generaciones más jóvenes se están informando por otros medios alternativos y que va siendo hora de dejar de culpabilizar a las Redes Sociales?.

Otras dos cuestiones más: ¿Puede que los medios de comunicación españoles sean víctimas del síndrome de la rana hervida? Es decir, aquel que supone la sobreadaptación a condiciones amenazantes y el olvido consiguiente de la autocrítica. ¿Quién sale perdiendo en este cultivo de la polarización que hacen muchos medios? ¿No creen ustedes que ese es el verdadero peligro de la profesión periodística?.

Como ya he dicho, el final de la mañana primaveral animaba a disfrutar la calle, de modo que, después de comer unas tapas, cogí el metro para ir a la Feria del Libro de Tomares, donde me hablaron de buena ficción. Me vinieron a la cabeza mis clases de Historia del Periodismo Español, recordando los periódicos que, en 1898, afirmaban que España debía ir a la guerra contra Estados Unidos y censuraban las prevenciones del Gobierno, calificando a los norteamericanos de “indios que hasta ayer llevaban plumas y a los que venceremos sin pegar un tiro”. Consumado el desastre total de nuestra Armada y la pérdida de nuestro sentido colonial, esos mismos periódicos se volvieron contra el Gobierno, acusándolos de no haber sido previsores. Y siguieron contando su verdad.

También me acordé de Serrano Suñer, el cuñado de Franco, que, recién terminada la Guerra Civil, propuso crear el “Ejército de la Verdad”, con los periodistas de uniforme.