Esta circunstancia, unida a su visibilidad como más que probable delfín de Zapatero de cara a encabezar el cartel electoral de su partido el próximo año, ha llevado a los populares a desplegar toda una ofensiva, por tierra, mar y aire, en contra el vicepresidente primero, ministro del Interior y portavoz del Gobierno. El objetivo es Rubalcaba y, por tanto, como queda palmariamente demostrado, hacia él se dirigen todas las baterías ofensivas desde la calle Génova de Madrid.

Dos por uno
La estrategia es clara y el fin último también. Liquidando políticamente a Rubalcaba, el PP se cobra, además, la pieza de José Luis Rodríguez Zapatero. Se trata de repetir aquello de "dos por el precio de uno", invocado por Felipe González en los inicios del caso Juan Guerra. Rubalcaba es la pieza a batir porque saben que es un rival electoral peligroso que puede dinamizar a las desalentadas bases socialistas. Los ideólogos populares han diseñado un argumentario de libro para intentar trasmitir a los ciudadanos que el político cántabro es la encarnación de todos los males sin mezcla de bien alguno y ya, en el colmo del delirio, que ha favorecido con sus actuaciones los intereses de ETA.

El terrorismo como arma electoral
La mala noticia para el país es que en el momento en que mejor estamos en la lucha contra la banda terrorista, ETA se haya convertido en argumento electoral que suministra munición a la oposición para desgastar al Gobierno. Resulta razonable convenir en la buena gestión en este sentido del actual titular de Interior al que no se le podrá negar su firme determinación por acabar con la siniestra actividad de la banda criminal. Presentarle como un presunto delincuente sobre el que pesa el supuesto delito de colaboración con banda armada es una desmesura que no aguanta el más mínimo análisis desde cualquier perspectiva racional.

ETA no miente
Personalmente estoy un poco harto del mantra reiterado que asegura que "ETA no miente". Tal parece que en este país ya sólo se concede este generoso crédito a una banda de asesinos por encima, desde luego, de cualquier responsable político. Resulta que los etarras matan, extorsionan, ponen bombas, cobrar chantajes... pero, al parecer, son incapaces de faltar a la verdad. Eso cuando interesa, porque cuando Sortu dice lo que dice, esos mismos se afanan en aclarar que los terroristas y sus secuaces no tienen ninguna credibilidad. ¿En qué quedamos? Les confieso que siempre le he concedido infinitamente más crédito al ministro del Interior de mi país, haya sido cual haya sido su filiación política, que a una panda de criminales desalmados. Ahora, también.

Los errores del Faisán
Más allá de los papeles de Thierry, que para tranquilidad de todos están siendo investigados por el juez Ruz en la Audiencia Nacional, el mismo magistrado también está aplicando su diligencia e interés a desentrañar todos los extremos del llamado caso Faisán. Lo que se conoce confirma que hubo un chivatazo a los terroristas y ya hay tres personas imputadas por ello. Parece claro que se cometió un error, visto con los ojos que corresponden a la situación actual. Cabe pensar que el Gobierno o las Fuerzas de Seguridad, tenían razones, desde la óptica de entonces, para actuar como lo hicieron. Razones erróneas pero que deberían ser dadas a conocer a la opinión pública.

Explicaciones necesarias
Llegado el punto actual Rubalcaba debe de hablar y explicar con claridad por qué se hizo lo que se hizo. Los ciudadanos merecemos una explicación. Y también que la lucha contra el terrorismo quede fuera para siempre de la batalla partidaria, cainita e irresponsable. Ojalá que lo veamos pronto, más que nada para arrebatarles el último triunfo a los pistoleros enemigos de la libertad.

Antonio San José es periodista y analista político