¡Qué poco le importa a Moreno Bonilla los pueblos! Los considera ciudadanos de segunda. Pocos ejemplos tan claros como el abandono que sufren los pueblos de la comarca de la Axarquía, donde el presidente andaluz del PP ha dejado sin conexión a miles de vecinos de zonas rurales, que necesitan el autobús para ir a trabajar, al médico, a estudiar, o simplemente, para poder vivir.
Moreno Bonilla es un demagogo y un caradura cuando habla de transporte. Ha intentado apropiarse de la propuesta del transporte público gratuito para jóvenes cuando lo pagaba al cien por cien el Gobierno de Pedro Sánchez, y como no le ha salido, ahora patalea y amenaza.
Tanto hablar del tren litoral, cuando es incapaz de garantizar un transporte digno para los vecinos de la Axarquía. ¡Ya está bien de mentiras de Moreno Bonilla! Mucho hablar sobre la lucha de la despoblación, pero no hace nada por combatirla.
Dos alcaldes socialistas valientes, Antonio Yuste (Almáchar) y Raúl Vallejo (El Borge) alzan la voz sobre lo que Moreno Bonilla está haciendo en la Axarquía, que es un escándalo. Ambos municipios, con unos 2.800 vecinos empadronados, ven en riesgo su presente y su futuro con los últimos cambios de rutas del transporte público que los conecta con la capital de la comarca, Vélez-Málaga.
Para llegar desde estos municipios hasta Vélez, antes se utilizaba la carretera de Benamocarra; ahora con el cambio de trazado, los vecinos tienen que recorrer 12 kilómetros más por carreteras de montaña y tardan 45 minutos más en llegar. Una situación que afecta también a la economía local, puesto que el aumento del tiempo de viaje y las dificultades en el acceso repercutirán en la economía local de estos municipios, provocando un descenso de la afluencia de visitantes, con consecuencias directas sobre el comercio local y el desarrollo económico.
Unos cambios de ruta sin explicación, con horarios imposibles, paradas eliminadas, y, en muchos casos, directamente, supresión de servicios en franjas clave del día. Moreno Bonilla hace daño a conciencia. Impide a personas mayores acudir a sus citas médicas, a jóvenes ir a la universidad o al instituto y a trabajadores que lleguen a su puesto de trabajo si no tienen alternativa al transporte público.
Sr. Moreno Bonilla, ¿por qué no refuerza estas líneas y adapta el servicio a las necesidades de estos municipios? ¿Por qué mira para otro lado y permite a las empresas concesionarias modificar los recorridos a su antojo? ¿Por qué niega la inclusión de la Axarquía en el Consorcio Metropolitano que opera tanto en el Valle del Guadalhorce como en la Costa del Sol occidental?
Esta exclusión de la Axarquía en el Consorcio de Transporte del Área Metropolitana de Málaga excluye a decenas de municipios de las ventajas tarifarias, organizativas y de planificación que sí disfrutan otras zonas. Esta decisión no es técnica, sino política, y tiene consecuencias muy graves sobre el territorio axárquico y su gente.
Estar fuera del consorcio implica pagar tarifas más altas, tener menos opciones de abonos, sufrir una descoordinación total de horarios y frecuencias, y, sobre todo, quedar excluido de la planificación del transporte público en la provincia. No es justo que un ciudadano de Almáchar tenga que pagar casi 6 euros para ir a Málaga, cuando una persona que recorra misma distancia, si está dentro del consorcio, paga menos de 3 euros. Y solo de ida.
Vecinos de Torrox, Algarrobo o Vélez llevan años reclamando mejoras concretas: más frecuencias, recuperación de paradas, ampliación de líneas o, incluso, un simple ajuste de horarios para que los estudiantes puedan llegar a tiempo a clase. Moreno Bonilla calla; dice que hay complejidad técnica, pero miente. Lo que no tiene es voluntad política para hacerlo. Lo que hay realmente es un desprecio del PP hacía la Axarquía.
Pero los vecinos no se resignan. En los últimos meses ha crecido la movilización social en la comarca; plataformas ciudadanas, asociaciones vecinales y colectivos juveniles han empezado a organizarse para reclamar un transporte digno, denunciar el abandono institucional y exigir que la Axarquía, olvidada por Moreno Bonilla, sea atendida.
El pasado 27 de febrero, cientos de personas se manifestaron para exigir soluciones. Mientras duraron las concentraciones la Junta citó a los alcaldes de Almáchar y El Borge a una reunión para abordar el problema; pero ya han retrasado en dos ocasiones es cita, diciendo que por motivos de agenda. Se constata el nulo interés que tiene el gobierno de Moreno Bonilla en abordar la solución al problema.
Los vecinos de la Axarquía no piden lujos, piden derechos básicos: poder ir a trabajar, estudiar, cuidar a familiares o simplemente, no tener que coger el coche para todo. La ciudadanía se ha plantado ante este abuso y no va a parar hasta que se reconozca lo obvio: que el derecho a la movilidad no depende del código postal.
Detrás de cada línea de autobús recortada hay una persona que pierde oportunidades, que se queda aislada, que ve limitada su autonomía. El transporte público no es un lujo ni un complemento: es una herramienta de igualdad, cohesión territorial y justicia social.
La Axarquía es una comarca rica en cultura, en historia, en esfuerzo. Pero sus vecinos no son turistas ni clientes: son ciudadanos. Y exigen lo que les corresponde: un transporte público digno, accesible, frecuente y justo. No quieren promesas vacías, ni bonificaciones que no sirven sin autobuses; quieren respeto, planificación y derechos.
Los pueblos del interior de la comarca de la Axarquía no pueden quedar aislados del desarrollo y dinamismo que se vive en otras zonas de la provincia. No se puede permitir que se consolide una provincia de dos velocidades: una, la Málaga del litoral y el área metropolitana que avanza; y otra, la Málaga interior, que se estanca y se queda atrás, perdiendo oportunidades y muriendo en el olvido.
La política de Moreno Bonilla en materia de transporte es un ejemplo más del modelo que está imponiendo: el de abandonar a los pueblos, el de marginar las comarcas rurales y el de favorecer a los de siempre. Pero cada vez hay más gente en Andalucía dispuesta a plantarse; porque, si algo ha enseñado esta lucha, es que la Andalucía que resiste también se organiza. Y no dejará de alzar la voz hasta que los autobuses vuelvan a pasar, hasta que las promesas se conviertan en hecho y hasta que la Junta deje de tratar a la Axarquía como una comarca de segunda.